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miércoles, 15 de mayo de 2019

CIC 355-384: El hombre: ser Personal


                                                

EL HOMBRE

355 "Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó" (Gn 1,27). El hombre ocupa un lugar único en la creación: "está hecho a imagen de Dios" (I); en su propia naturaleza une el mundo espiritual y el mundo material (II); es creado "hombre y mujer" (III); Dios lo estableció en la amistad con él (IV).

I "A IMAGEN DE DIOS"

356 De todas las criaturas visibles sólo el hombre es "CAPAZ DE CONOCER Y AMAR A SU CREADOR" (GS 12,3); es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24,3); SÓLO ÉL ESTÁ LLAMADO A PARTICIPAR, POR EL CONOCIMIENTO Y EL AMOR, EN LA VIDA DE DIOS. PARA ESTE FIN HA SIDO CREADO Y ÉSTA ES LA RAZÓN FUNDAMENTAL DE SU DIGNIDAD:

«¿Qué cosa, o quién, fue el motivo de que establecieras al hombre en semejante dignidad? Ciertamente, nada que no fuera el amor inextinguible con el que contemplaste a tu criatura en ti mismo y te dejaste cautivar de amor por ella; POR AMOR LO CREASTE, POR AMOR LE DISTE UN SER CAPAZ DE GUSTAR TU BIEN ETERNO» (Santa Catalina de Siena, Il dialogo della Divina providenza, 13).

GS 12: Creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos. Pero, ¿qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia. La Iglesia siente profundamente estas dificultades, y, aleccionada por la Revelación divina, puede darles la respuesta que perfile la verdadera situación del hombre, dé explicación a sus enfermedades y permita conocer simultáneamente y con acierto la dignidad y la vocación propias del hombre. La Biblia nos enseña que el hombre HA SIDO CREADO "A IMAGEN DE DIOS", CON CAPACIDAD PARA CONOCER Y AMAR A SU CREADOR, Y QUE POR DIOS HA SIDO CONSTITUIDO SEÑOR DE LA ENTERA CREACIÓN VISIBLE PARA GOBERNARLA Y USARLA GLORIFICANDO A DIOS. ¿Qué es el hombre para que tú te acuerdes de él? ¿O el hijo del hombre para que te cuides de él? Apenas lo has hecho inferior a los ángeles al coronarlo de gloria y esplendor. Tú lo pusiste sobre la obra de tus manos. Todo fue puesto por ti debajo de sus pies (Ps 8, 5-7). Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (Gen l,27). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás. Dios, pues, nos dice también la Biblia, MIRÓ CUANTO HABÍA HECHO, Y LO JUZGÓ MUY BUENO (Gen 1,31).

GS 24: Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos. TODOS HAN SIDO CREADOS A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS, quien hizo de uno todo el linaje humano y para poblar toda la haz de la tierra (Hch 17,26), y TODOS SON LLAMADOS A UN SOLO E IDÉNTICO FIN, ESTO ES, DIOS MISMO. Por lo cual, el amor de Dios y del prójimo es el primero y el mayor mandamiento. La Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo: ... cualquier otro precepto en esta sentencia se resume : Amarás al prójimo como a ti mismo ... El amor es el cumplimiento de la ley (Rom 13,9-10; cf. 1 Io 4,20). Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente interdependencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo. Más aún, el Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Io 17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.

357 POR HABER SIDO HECHO A IMAGEN DE DIOS, EL SER HUMANO TIENE LA DIGNIDAD DE PERSONA; NO ES SOLAMENTE ALGO, SINO ALGUIEN. Es CAPAZ DE CONOCERSE, DE POSEERSE Y DE DARSE LIBREMENTE Y ENTRAR EN COMUNIÓN CON OTRAS PERSONAS; y ES LLAMADO, POR LA GRACIA, A UNA ALIANZA CON SU CREADOR, A OFRECERLE UNA RESPUESTA DE FE Y DE AMOR QUE NINGÚN OTRO SER PUEDE DAR EN SU LUGAR.

358 Dios creó todo para el hombre (cf. GS 12,1; 24,3; 39,1), pero el hombre fue CREADO PARA SERVIR Y AMAR A DIOS Y PARA OFRECERLE TODA LA CREACIÓN:

«¿Cuál es, pues, el ser que va a venir a la existencia rodeado de semejante consideración? Es el hombre, grande y admirable figura viviente, MÁS PRECIOSO A LOS OJOS DE DIOS QUE LA CREACIÓN ENTERA; es el hombre, para él existen el cielo y la tierra y el mar y la totalidad de la creación, y DIOS HA DADO TANTA IMPORTANCIA A SU SALVACIÓN QUE NO HA PERDONADO A SU HIJO ÚNICO POR ÉL. Porque Dios no ha cesado de hacer todo lo posible para que el hombre subiera hasta él y se sentara a su derecha» (San Juan Crisóstomo, Sermones in Genesim, 2,1: PG 54, 587D - 588A).

359 "Realmente, EL MISTERIO DEL HOMBRE SÓLO SE ESCLARECE EN EL MISTERIO DEL VERBO ENCARNADO" (GS 22,1):

«San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo [...] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir [...] El segundo Adán es aquel que, CUANDO CREÓ AL PRIMERO, COLOCÓ EN ÉL SU DIVINA IMAGEN. De aquí que RECIBIERA SU NATURALEZA Y ADOPTARA SU MISMO NOMBRE, PARA QUE AQUEL A QUIEN HABÍA FORMADO A SU MISMA IMAGEN NO PERECIERA. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy el primero y yo soy el último"». (San Pedro Crisólogo, Sermones, 117: PL 52, 520B).

360 Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó [...] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):

«Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1).

361 "Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.

II “CORPORE ET ANIMA UNUS”

362 LA PERSONA HUMANA, CREADA A IMAGEN DE DIOS, ES UN SER A LA VEZ CORPORAL Y ESPIRITUAL. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "DIOS FORMÓ AL HOMBRE CON POLVO DEL SUELO E INSUFLÓ EN SUS NARICES ALIENTO DE VIDA Y RESULTÓ EL HOMBRE UN SER VIVIENTE" (Gn 2,7). Por tanto, EL HOMBRE EN SU TOTALIDAD ES QUERIDO POR DIOS.

363 A menudo, el término ALMA designa en la Sagrada Escritura la VIDA HUMANA (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28; 2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio espiritual en el hombre.
"25.Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. 26.Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?" (Mt 16, 25s)

"Los que acogieron su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas 3.000 almas." (Hechos 2, 41)

"Ahora mi alma está turbada. Y ¿que voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para esto!" (Juan 12, 27)

"«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna." (Mateo 10, 28)

"Él, por su parte, a punto ya de morir por los golpes, dijo entre suspiros: «El Señor, que posee la ciencia santa, sabe bien que, pudiendo librarme de la muerte, soporto flagelado en mi cuerpo recios dolores, pero en mi alma los sufro con gusto por temor de él.»" (II Macabeos 6, 30)

364 EL CUERPO DEL HOMBRE PARTICIPA DE LA DIGNIDAD DE LA "IMAGEN DE DIOS": ES CUERPO HUMANO PRECISAMENTE PORQUE ESTÁ ANIMADO POR EL ALMA ESPIRITUAL, Y ES TODA LA PERSONA HUMANA LA QUE ESTÁ DESTINADA A SER, EN EL CUERPO DE CRISTO, EL TEMPLO DEL ESPÍRITU (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):

"¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que no os pertenecéis? 20.¡Habéis sido bien comprados! Glorificad, por tanto, a Dios en vuestro cuerpo." (I Corintios 6, 19s)

"se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. " (I Corintios 15, 44)

GS 14. En la UNIDAD DE CUERPO Y ALMA, el hombre, por su misma condición corporal, es una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. NO DEBE, POR TANTO, DESPRECIAR LA VIDA CORPORAL, SINO QUE, POR EL CONTRARIO, DEBE TENER POR BUENO Y HONRAR A SU PROPIO CUERPO, COMO CRIATURA DE DIOS QUE HA DE RESUCITAR EN EL ÚLTIMO DÍA. HERIDO POR EL PECADO, EXPERIMENTA, SIN EMBARGO, LA REBELIÓN DEL CUERPO. LA PROPIA DIGNIDAD HUMANA PIDE, PUES, QUE GLORIFIQUE A DIOS EN SU CUERPO Y NO PERMITA QUE LO ESCLAVICEN LAS INCLINACIONES DEPRAVADAS DE SU CORAZÓN. No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya como partícula de la naturaleza o como elemento anónimo de la ciudad humana. POR SU INTERIORIDAD ES, EN EFECTO, SUPERIOR AL UNIVERSO ENTERO; A ESTA PROFUNDA INTERIORIDAD RETORNA CUANDO ENTRA DENTRO DE SU CORAZÓN, DONDE DIOS LE AGUARDA, ESCRUTADOR DE LOS CORAZONES, Y DONDE ÉL PERSONALMENTE, BAJO LA MIRADA DE DIOS, DECIDE SU PROPIO DESTINO. Al afirmar, por tanto, en sí mismo la ESPIRITUALIDAD Y LA INMORTALIDAD DE SU ALMA, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado solamente por las condiciones físicas y sociales exteriores, sino que toca, por el contrario, la verdad más profunda de la realidad.

365 LA UNIDAD DEL ALMA Y DEL CUERPO ES TAN PROFUNDA QUE SE DEBE CONSIDERAR AL ALMA COMO LA "FORMA" DEL CUERPO (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, GRACIAS AL ALMA ESPIRITUAL, LA MATERIA QUE INTEGRA EL CUERPO ES UN CUERPO HUMANO Y VIVIENTE; EN EL HOMBRE, EL ESPÍRITU Y LA MATERIA NO SON DOS NATURALEZAS UNIDAS, SINO QUE SU UNIÓN CONSTITUYE UNA ÚNICA NATURALEZA.

366 La Iglesia enseña que CADA ALMA ESPIRITUAL ES DIRECTAMENTE CREADA POR DIOS (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —NO ES "PRODUCIDA" POR LOS PADRES—, Y QUE ES INMORTAL (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): NO PERECE CUANDO SE SEPARA DEL CUERPO EN LA MUERTE, Y SE UNIRÁ DE NUEVO AL CUERPO EN LA RESURRECCIÓN FINAL.

367 A VECES SE ACOSTUMBRA A DISTINGUIR ENTRE ALMA Y ESPÍRITU. Así SAN PABLO RUEGA PARA QUE “Él, el Dios de la paz, OS SANTIFIQUE PLENAMENTE, Y QUE TODO VUESTRO SER, EL ESPÍRITU, EL ALMA Y EL CUERPO, SE CONSERVE SIN MANCHA HASTA LA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO. (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que ESTA DISTINCIÓN NO INTRODUCE UNA DUALIDAD EN EL ALMA (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobreelevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).

368 LA TRADICIÓN ESPIRITUAL DE LA IGLESIA TAMBIÉN PRESENTA EL CORAZÓN EN SU SENTIDO BÍBLICO DE "LO MÁS PROFUNDO DEL SER" "EN SUS CORAZONES" (Jr 31,33), DONDE LA PERSONA SE DECIDE O NO POR DIOS (cf. Dt 6,5; 29,3; Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).

"Sino que esta será la alianza que yo pacte con la casa de Israel, después de aquellos días - oráculo de Yahveh -: PONDRÉ MI LEY EN SU INTERIOR Y SOBRE SUS CORAZONES LA ESCRIBIRÉ, Y YO SERÉ SU DIOS Y ELLOS SERÁN MI PUEBLO." (Jeremías 31, 33)

"Amarás a Yahveh tu Dios CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA Y CON TODA TU FUERZA." (Deuteronomio 6, 5)

"Dice el Señor: Por cuanto ese pueblo se me ha allegado con su boca, y me han honrado con sus labios, mientras que SU CORAZÓN ESTÁ LEJOS DE MÍ, y el temor que me tiene son preceptos enseñados por hombres," (Isaías 29, 13)

"Y OS DARÉ UN CORAZÓN NUEVO, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, QUITARÉ DE VUESTRA CARNE EL CORAZÓN DE PIEDRA Y OS DARÉ UN CORAZÓN DE CARNE." (Ezequiel 36, 26)

"Porque donde esté tu tesoro, ALLÍ ESTARÁ TAMBIÉN TU CORAZÓN." (Mateo 6, 21)

"Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, CONSERVAN LA PALABRA CON CORAZÓN BUENO Y RECTO, Y DAN FRUTO CON PERSEVERANCIA." (Lucas 8, 15)

"y la esperanza no falla, porque EL AMOR DE DIOS HA SIDO DERRAMADO EN NUESTROS CORAZONES por el Espíritu Santo que nos ha sido dado." (Romanos 5, 5)

III “HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ”
IGUALDAD Y DIFERENCIA QUERIDAS POR DIOS

369 EL HOMBRE Y LA MUJER SON CREADOS, ES DECIR, SON QUERIDOS POR DIOS: por una parte, en una PERFECTA IGUALDAD EN TANTO QUE PERSONAS HUMANAS, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. "SER HOMBRE", "SER MUJER" ES UNA REALIDAD BUENA Y QUERIDA POR DIOS: EL HOMBRE Y LA MUJER TIENEN UNA DIGNIDAD QUE NUNCA SE PIERDE, QUE VIENE INMEDIATAMENTE DE DIOS SU CREADOR (cf. Gn 2,7.22). EL HOMBRE Y LA MUJER SON, CON LA MISMA DIGNIDAD, "IMAGEN DE DIOS". EN SU "SER-HOMBRE" Y SU "SER-MUJER" REFLEJAN LA SABIDURÍA Y LA BONDAD DEL CREADOR.

370 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero LAS "PERFECCIONES" DEL HOMBRE Y DE LA MUJER REFLEJAN ALGO DE LA INFINITA PERFECCIÓN DE DIOS: Las De Una Madre (cf. Is 49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) Y LAS DE UN PADRE Y ESPOSO (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).

“EL UNO PARA EL OTRO”, “UNA UNIDAD DE DOS”

371 Creados a la vez, EL HOMBRE Y LA MUJER SON QUERIDOS POR DIOS EL UNO PARA EL OTRO. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una AYUDA ADECUADA" (Gn 2,18). Ninguno de los animales es "ayuda adecuada" para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios "forma" de la costilla del hombre y presenta a éste, despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión: "ESTA VEZ SÍ QUE ES HUESO DE MIS HUESOS Y CARNE DE MI CARNE" (Gn 2,23). EL HOMBRE DESCUBRE EN LA MUJER COMO UN OTRO "YO", DE LA MISMA HUMANIDAD.

372 EL HOMBRE Y LA MUJER ESTÁN HECHOS "EL UNO PARA EL OTRO": no que Dios los haya hecho "a medias" e "incompletos"; los ha CREADO PARA UNA COMUNIÓN DE PERSONAS, EN LA QUE CADA UNO PUEDE SER "AYUDA" PARA EL OTRO PORQUE SON A LA VEZ IGUALES EN CUANTO PERSONAS ("hueso de mis huesos...") Y COMPLEMENTARIOS EN CUANTO MASCULINO Y FEMENINO (cf. Mulieris dignitatem, 7). EN EL MATRIMONIO, DIOS LOS UNE DE MANERA QUE, FORMANDO "UNA SOLA CARNE" (Gn 2,24), PUEDAN TRANSMITIR LA VIDA HUMANA: "Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra" (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador (cf. GS 50,1).

373 En el plan de Dios, el hombre y la mujer están llamados a "someter" la tierra (Gn 1,28) como "administradores" de Dios. Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, "que ama todo lo que existe" (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado

IV EL HOMBRE EN EL PARAÍSO

374 EL PRIMER HOMBRE FUE NO SOLAMENTE CREADO BUENO, SINO TAMBIÉN CONSTITUIDO EN LA AMISTAD CON SU CREADOR Y EN ARMONÍA CONSIGO MISMO Y CON LA CREACIÓN EN TORNO A ÉL; AMISTAD Y ARMONÍA TALES QUE NO SERÁN SUPERADAS MÁS QUE POR LA GLORIA DE LA NUEVA CREACIÓN EN CRISTO.

375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).

376 Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. MIENTRAS PERMANECIESE EN LA INTIMIDAD DIVINA, EL HOMBRE NO DEBÍA NI MORIR (cf. Gn 2,17; 3,19) NI SUFRIR (cf. Gn 3,16). LA ARMONÍA INTERIOR DE LA PERSONA HUMANA, LA ARMONÍA ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER (cf. Gn 2,25), y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado "justicia original".

377 El "dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. EL HOMBRE ESTABA ÍNTEGRO Y ORDENADO EN TODO SU SER POR ESTAR LIBRE DE LA TRIPLE CONCUPISCENCIA (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón.

378 Signo de la FAMILIARIDAD CON DIOS es el hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn 2,8). Vive allí "para cultivar la tierra y guardarla" (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf. Gn 3,17-19), sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible.

379 Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres.
Resumen

380 "A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado" (Misal Romano, Plegaria eucarística IV, 118).

381 EL HOMBRE ES PREDESTINADO A REPRODUCIR LA IMAGEN DEL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE —"IMAGEN DEL DIOS INVISIBLE" (Col 1,15)—, para que Cristo sea el primogénito de una multitud de hermanos y de hermanas (cf. Ef 1,3-6; Rm 8,29).

382 EL HOMBRE ES “CORPORE ET ANIMA UNUS” ("UNA UNIDAD DE CUERPO Y ALMA") (GS 14,1). La doctrina de la fe afirma que EL ALMA ESPIRITUAL E INMORTAL ES CREADA DE FORMA INMEDIATA POR DIOS.

383 «DIOS NO CREÓ AL HOMBRE SOLO: en efecto, desde el principio "los creó hombre y mujer" (Gn 1,27). Esta asociación constituye la primera forma de comunión entre personas» (GS 12,4).

384 La revelación nos da a conocer EL ESTADO DE SANTIDAD Y DE JUSTICIA ORIGINALES DEL HOMBRE Y LA MUJER ANTES DEL PECADO: DE SU AMISTAD CON DIOS NACÍA LA FELICIDAD DE SU EXISTENCIA EN EL PARAÍSO.

viernes, 4 de mayo de 2018

El hombre: ser personal - Emiliano Jiménez


Emiliano Jiménez Hernández - Bioética

1. LA VIDA DON DE DIOS

1. EL HOMBRE: SER PERSONAL


            En este sentido, la bioética transciende la realidad alcanzada por la ciencia experimental.
"Nosotros sentimos que, aunque la ciencia respondiese todos los interrogantes que ella misma suscita, aún no habríamos rozado siquiera los problemas de nuestra vida".
(Ludwig Wittgenstein (1989 -1951), padre de la filosofía analítica)

El conocimiento científico no es conocimiento del ser humano. La ciencia no podrá responder nunca, con sus experimentos de laboratorio, a la pregunta existencial, que acompaña al hombre desde sus orígenes: ¿Qué es el hombre?
           
Con el moralista italiano, experto en el campo de la bioética, E. Sgreccia, podemos afirmar:

 "La bioética deberá ser una ética racional que, a partir de la descripción del dato científico, biológico y médico, examine racionalmente la licitud de la intervención del hombre sobre el hombre. Esta reflexión ética tiene como polo inmediato de referencia la persona humana y su valor trascendente, con su referencia a Dios como Valor Absoluto".        (E. SGRECCIA, Manuale di Bioética, Milano 1989, p.42.)


Hombre = persona  à  no es sólo un trozo de materia, como lo es el átomo, una espiga de trigo, una mosca o un elefante.

El hombre es esto, pero NO como los demás. El hombre es eso y mucho más. Con su inteligencia y voluntad se conduce a sí mismo; existe no sólo físicamente; su existir es mucho más rico y elevado. Su existencia espiritual, manifestada en el conocimiento y en el amor, le eleva por encima de los demás seres de la creación.
El hombre es en sí un microcosmos y no sólo una parte del universo; sino que en él se comprende todo el universo. El amor, con el que el hombre se abre a otras personas, que están como él dotadas de la capacidad de amar, le diferencia de todos los demás seres.

"La persona humana, por muy dependiente que sea de los más insignificantes accidentes de la materia, existe por la existencia propia de su alma que supera la materia, el tiempo y la muerte. El espíritu es la raíz de su personalidad".
(Jacques Maritain (París, 1882 - 1973), filósofo católico francés, principal exponente del humanismo cristiano.)

            Como reconoce el Concilio Vaticano II: el criterio de la moralidad debe ser el hombre en cuanto hombre.

Pero, ¿quién es el hombre?. Este es el interrogante fundamental para que la bioética pueda responder válidamente a su cometido.

Creyentes y no creyentes están en general de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos. ¿Pero qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a sí mismo como norma absoluta o despreciándose hasta la desesperación, terminando de este modo en la duda y en la angustia (GS 12).

                La Iglesia, aleccionada por la revelación divina, como maestra y madre, ofrece a los hombres su visión del hombre, para iluminar sus dudas y liberarlos de su angustia. (EV 78-80)

            La revelación cristiana à ilumina el ser del hombre como persona singular, única e intangible.

El hombre, creado por Dios a su imagen, en cuanto persona singular es irreductible a todo. Cada persona significa una radical novedad. Cada persona en cuanto persona es creada de la nada, no es fruto de ninguna otra cosa, pues no puede reducirse a ninguna otra realidad. La realidad psico-física del hijo -cuerpo, funciones biológicas, psiquismo, carácter, etc- se deriva de la de sus padres, y, en este sentido, es reductible a ella. Su realidad psico-física, sí; pero su persona, no. Es decir, "lo que" el hijo es, sí tiene su génesis en los padres; pero no "quién" es. El hijo, el yo del hijo, es absolutamente irreductible al yo del padre o al yo de la madre, igualmente irreductibles entre sí.
El yo es único, singular e intransferible. Decir yo es formar una oposición polar con toda otra realidad posible o imaginable, y esa polaridad, en forma bilateralmente personal, es precisamente la dualidad yo-tú.
J. MARIAS, Antropología metafísica, Madrid 1983,p.77; J.L. RUIZ DE LA PEÑA, Anthropologie et tentation  biologiste, Communio 6(1984)66-79. Julián Marías Aguilera (España, 1914-2005), doctor en Filosofía, discípulo destacado de Ortega y Gasset, maestro y amigo con quien fundó en 1948 el Instituto de Humanidades (Madrid).

            De aquí la repetida afirmación del Vaticano II: "El hombre es la única criatura terrestre a la que Dios ha querido por sí misma" (GS 24).

La Encarnación del Hijo de Dios es el testimonio supremo de la dignidad de cada hombre para la fe cristiana. (EV 29-31)

El Hijo de Dios, encarnado en el seno de una mujer, es la afirmación más radical del valor único de todo hombre, como expresaba Juan Pablo II en su Primer radiomensaje de Navidad al mundo:
Si celebramos tan solemnemente el Nacimiento de Jesús, es para testimoniar que todo hombre es alguien, único e irrepetible. Si las estadísticas humanas, los sistemas políticos, económicos y sociales, las simples posibilidades humanas no logran asegurar al hombre el que pueda nacer, existir y trabajar como único e irrepetible, entonces todo eso se lo asegura Dios. Para El y ante El, el hombre es siempre único e irrepetible; alguien eternamente ideado y llamado por su propio nombre. AAS 71(1979)66.

Es lo que, volcando su experiencia personal, apenas elegido Papa, comunicó a todos los "hombres de buena voluntad", en su primera encíclica, documento programático de todo su pontificado:

            El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre. Tal es la dimensión humana del misterio de la Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la Redención el hombre es confirmado y en cierto modo es nuevamente creado. ¡El es creado de nuevo!...El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -no solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes- debe, con su inquietud, incertidumbre e  incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en El con todo su ser, debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se actúa en él este hondo proceso, entonces él da frutos no sólo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo.¡Qué valor debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande Redentor (Himno Exsultet de la Vigilia Pascual), si Dios ha dado a su Hijo, a fin de que él, el hombre, no muera, sino que tenga la vida eterna (Jn 3,16)! (Juan Pablo II - 1979 - Redemptor Hominis 10).
               
El hombre, pues, como persona es el único criterio moral capaz de dar una respuesta auténtica a todos los problemas éticos y, en concreto, a los problemas que se plantean a la bioética. Si se pierde de vista este criterio se destruye al hombre y, con él, se hunde la misma sociedad. "Todo agravio a la persona es una lesión a la sociedad en su raíz y en su vértice, pues la sociedad nace de la persona y en función de la persona" (EV 37-28).

            Merece la pena transcribir una bella página de Romano Guardini sobre la intangibilidad del hombre en cuanto persona, como criterio moral:
Un hombre es inviolable no ya porque vive y, por tanto, tiene "derecho a la vida". Semejante derecho correspondería igualmente al animal, ya que también él vive...No, la vida del hombre no puede ser violada porque el hombre es persona. Y persona significa capacidad de autodominio y de responsabilidad personal, capacidad de vivir en la verdad y en el orden moral. La persona no consiste en algo psicológico, sino en algo existencial; no depende fundamentalmente de la edad o de las condiciones físicas o psíquicas o de las dotes naturales, sino del alma espiritual que hay en cada hombre. La personalidad puede hallarse inconsciente como en quien duerme; sin embargo exige ya una tutela moral. Es incluso posible que no se actualice porque le faltan los presupuestos físico-psíquicos, como en los locos o dementes; pero el hombre civilizado se diferencia del bárbaro porque respeta esa personalidad cubierta con semejante envoltura. Puede hallarse también escondida, como en el embrión, pero ya existe con pleno derecho. La personalidad da al hombre su dignidad; le distingue de las cosas y le hace un sujeto. Una cosa tiene consistencia, pero no le pertenece; produce un efecto, pero no tiene responsabilidad; tiene valor, pero no dignidad.
Se trata a algo como cosa cuando se lo posee, se lo usa y se termina por destruirlo, es decir, tratándose de seres vivos, se les mata. Prohibir matar al hombre representa la culminación de la prohibición de tratarlo como cosa... El respeto del hombre en cuanto persona es una exigencia que no admite discusión alguna: de ella dependen la dignidad, el bienestar y la misma existencia de la humanidad. Poner en duda esta exigencia es caer en la barbarie. Es imposible hacerse una idea de las amenazas, para la vida y el alma del hombre, si, privado del baluarte de este respeto, el hombre queda a merced del Estado moderno y de su técnica. R. GUARDINI, Il diritto alla vita prima della nascita, Vicenza 1985, p.19-21. -Romano Guardini (Italia 1885-1968), sacerdote, teólogo, pensador, escritor y académico católico.

La persona es siempre un sujeto. No puede nunca ser tratada como algo, sino que ha de ser siempre considerada como un alguien.

De aquí, como conclusión general de todo lo anterior, el primer criterio que iluminará todos los temas concretos que expondré en los siguientes capítulos, sería: "Es bueno todo lo que custodia, defiende, sana y promueve al hombre en cuanto persona; es malo todo lo que le amenaza, hiere, ofende, instrumentaliza o elimina" (Cardenal D. TETTAMANZI, o.c., p.35.).[1]

O mejor dicho, con palabras de la Familiaris Consortio:
En la construcción de un nuevo humanismo, la ciencia y sus aplicaciones técnicas ofrecen nuevas e inmensas posibilidades. Sin embargo, la ciencia, como consecuencia de las opciones políticas que deciden su dirección de investigación y sus aplicaciones, se usa a menudo contra su significado original: la promoción de la persona humana.
Se hace, pues, necesario recuperar por parte de todos la conciencia de la primacía de los valores morales de la persona humana en cuanto tal. Volver a comprender el sentido último de la vida y de sus valores fundamentales es el gran e importante cometido que se impone hoy día para la renovación de la sociedad. Sólo la conciencia de la primacía de éstos permite un uso de las inmensas posibilidades, puestas en manos del hombre por la ciencia; un uso verdaderamente orientado como fin a la promoción de la persona humana en toda su verdad, en su libertad y dignidad. La ciencia está llamada a ser aliada de la sabiduría. "Nuestra época -como dijo ya el Vaticano II-, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría" (GS 15)...Es esta una exigencia prioritaria e irrenunciable (FC 8).