SEXUALIDAD HUMANA:
VERDAD Y SIGNIFICADO (RESUMEN)
VERDAD Y SIGNIFICADO (RESUMEN)
Orientaciones
educativas en familia
Pontificio
Consejo para la Familia (1995)
INTRODUCCIÓN
La situación y el problema
LOS PADRES PIDEN UNA PALABRA A LA IGLESIA:
ü
para la educación de los hijos, sobre todo en la
etapa de la niñez y la adolescencia.
ü
expresan su dificultad frente a la enseñanza que
se da a sus hijos en la escuela y traen a casa.
LA IGLESIA que es “experta en humanidad”,
DA UNA PALABRA SOBRE LA VERDAD Y SIGNIFICADO DEL SEXO, desde una antropología
genuina y rica. Teniendo en cuenta las aportaciones de la ciencia, las
condiciones socio-culturales de la familia y el Evangelio.
Ø
Directrices-apoyo a los padres en la dimensión
familiar de la educación en el amor y del recto vivir la propia sexualidad,
Ø
Líneas-guía de carácter pastoral tomadas de la
sabiduría que proviene de la Palabra de Dios y de la Revelación
Dificultades de los padres de
familia para ofrecer a los hijos una adecuada preparación para la vida adulta,
en particular: verdadero significado de la sexualidad.
- EN EL PASADO: la cultura general, impregnada
por el respeto de los valores fundamentales, servía objetivamente para
protegerlos y conservarlos.
- CONTEXTO ACTUAL: desprovisto de los valores
fundamentales sobre la vida, sobre el amor y sobre la familia.
desaparición de los modelos
tradicionales en la sociedad, ha dejado a los hijos faltos de indicaciones
unívocas y positivas,
obscurecimiento de la verdad
sobre el hombre y una presión hacia la banalización del sexo.
Se brinda información
despersonalizada, lúdica, pesimista y sin respeto para las diversas etapas
de la formación y evolución de los adolescentes y de los jóvenes,
influjo de un desviado concepto
individualista de la libertad
v
Padres: sin la preparación para
darles las respuestas adecuadas y con serias dificultades: renunciado o
delegando de su tarea.
v
La escuela: programas de educación sexual
sustituyendo a la familia y en general con fórmulas puramente
informativas. A veces se llega a una verdadera deformación de las
conciencias.
INNEGABLES CERTEZAS:
EL AMOR COMO DON DE DIOS -
LLAMADOS A ESTE AMOR
- se alimenta y se expresa en el encuentro del
hombre y de la mujer,
- es fuerza positiva, orientada a su madurez en
cuanto personas
- preciosa reserva para el don de sí (llamada
universal para la propia realización y felicidad) según la vocación de
cada uno.
- El hombre como alma y cuerpo en la unidad de la
persona. El amor humano abraza
también el cuerpo y el cuerpo expresa igualmente el amor espiritual (La
sexualidad no es algo puramente biológico)
- La sexualidad como donación física:
expresión de la donación personal del hombre y de la mujer hasta la
muerte.
CASTIDAD
- Este amor está expuesto a la fragilidad debida
al pecado original y sufre condicionamientos negativos y a veces
desviados y traumáticos.
- La redención del Señor, ha hecho de la castidad una
realidad posible y un motivo de alegría (tanto para
matrimonios como para la vida consagrada).
- La castidad pertenece a la virtud cardinal de la templanza
(Prudencia / Justicia / Fortaleza / Templanza)
- La castidad no como una actitud represiva,
sino como la transparencia y como custodia del don del amor total y
oblativo.
- La castidad es aquella «energía espiritual que sabe
defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad:
la integración lograda de la sexualidad en la persona, y por ello
en la unidad interior del hombre unidad-dual (cuerpo y alma).
- La formación a la castidad implica la colaboración
primeramente de los padres también en la formación de otras virtudes
como la templanza, la fortaleza, la prudencia.
- La castidad precisa de la capacidad de renuncia,
de sacrificio y de espera.
RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES
Los padres co-creadores con Dios
reciben el don de una nueva responsabilidad:
ü
no sólo la de nutrir y satisfacer las
necesidades materiales y culturales de sus hijos,
ü
sino, sobre todo, la de transmitirles la verdad
de la Fe hecha vida y educarlos en el amor de Dios y del prójimo (primera
obligación en el seno de la “iglesia doméstica”)
Los padres tienen el deber y
el derecho de ser los primeros y principales educadores de sus hijos.
Y los jóvenes deben ser
instruidos adecuada y oportunamente sobre la dignidad, tareas y ejercicio del
amor conyugal, sobre todo en el seno de la misma familia
¡ÁNIMO PADRES!
Los cristianos siempre han tenido
que enfrentarse a retos similares del hedonismo materialista; civilización
enferma que trastorna al hombre.
Ø
confiar en el apoyo de Dios, recordando que la
Iglesia ora por ellos.
Ø
nuestra sociedad se ha alejado Verdad sobre
lo que el hombre y la mujer son como personas à
no entiende los que significa la entrega de las personas en el
matrimonio, el amor responsable al servicio de la paternidad y la maternidad,
la auténtica grandeza de la generación y la educación.
Ø
Toda educación se inserta en la dimensión
salvífica de la pedagogía divina, pero la labor educativa de los padres en
un clima de amor es indispensable: conocen en manera única los propios
hijos, en su irrepetible singularidad y, por experiencia, poseen los secretos y
los recursos del amor verdadero.
DIOS ES AMOR y vive en sí
mismo un misterio de comunión personal de amor.
El hombre ha sido creado para
amar, a imagen de Dios-Trinidad.
Dios ja inscrito en la humanidad
del hombre LA VOCACIÓN, la capacidad y la responsabilidad del amor y
de la comunión.
EL AMOR ES LA VOCACIÓN
FUNDAMENTAL E INNATA DE TODO SER HUMANO
La libertad y el autodominio
tienen sentido y están orientados al don de sí en la comunión con Dios y con
los demás.
I - LLAMADOS AL VERDADERO AMOR
El amor humano como don de sí
"El a "Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor. En
esto se manifestó el amor que Dios nos tiene; en que Dios envió al mundo a su
Hijo único para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros
pecados.” (I Juan 4, 8-10)
mor es paciente, es
servicial; no es envidioso, no se jacta, no se engríe; es decoroso; no busca su
interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia;
se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo
soporta. El amor no acaba nunca“ (I
Corintios 13, 4-8)
La persona es capaz de
un tipo de amor superior:
§ no el de concupiscencia
(que sólo ve objetos con los cuales satisfacer sus propios apetitos)
ü
sino el de amistad y entrega, capaz de conocer y amar a las
personas por sí mismas.
“AMAOS COMO YO OS HE
AMADO” (Jn 13, 34)
Ø
Amor a semejanza del amor de Dios: se ama al otro porque se le
reconoce como digno de ser amado.
Ø
Amor que genera la comunión ya que cada uno considera el
bien del otro como propio.
Donándose a sí mismo se aprende el valor de amar y ser amado.
Todo hombre es llamado al
amor de amistad y de oblatividad;
El hombre se va liberando
de la tendencia al egoísmo por el amor de otros: en primer lugar de los padres…
…Pero sobretodo por
sentirse amado por Dios.
«¡DIOS TE AMA! Cristo
manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de
su vocación
El amor revelado por Cristo
ciertamente exigente, por eso es bello, porque constituye el verdadero bien del
hombre y lo irradia también a los demás.
Es un amor que respeta
la persona y la edifica.
El amor y la sexualidad humana
EL HOMBRE ESTÁ LLAMADO
AL AMOR Y AL DON DE SÍ EN SU UNIDAD CORPÓREO-ESPIRITUAL
El hombre está llamado al
amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y
el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.
LA SEXUALIDAD
ü
es un elemento básico de la personalidad; es el MODO PROPIO DE
SER, de manifestarse, de comunicarse con los demás, de sentir, expresar y VIVIR
EL AMOR HUMANO.
ü
caracteriza al hombre y a la mujer no sólo físicamente, sino
también psicológica y espiritualmente con su huella consiguiente en todas sus
manifestaciones. Esta diversidad, unida a la complementariedad de los dos
sexos, responde cumplidamente al diseño de Dios según la vocación a la cual
cada uno ha sido llamado.
ü
forma parte de la concreta capacidad de amar que Dios ha inscrito
en el hombre y en la mujer.
ü
es buena y tiene como fin intrínseco el amor, como donación y
acogida, como dar y recibir.
El cuerpo tiene Carácter
esponsal: está inscrita la masculinidad y la feminidad de la persona con la
capacidad de expresar el amor: el hombre-persona se convierte en don y
donándose se realiza.
Cuando se da en el
matrimonio, el don de sí expresa, a través del cuerpo, la complementariedad y
la totalidad del don.
ü
el amor conyugal enriquece y hace crecer a las personas
(civilización del amor);
ü
cuando falta el sentido y el significado del don en la sexualidad,
se introduce «una civilización de las "cosas" y no de las
"personas"(civilización del placer) àla mujer puede llegar a ser un objeto para el hombre, los hijos un
obstáculo para los padres.
LA VIDA HUMANA ES UN DON
RECIBIDO DE DIOS PARA SER A SU VEZ DADO.
"no es bueno que el
hombre esté solo" (Gn 2, 18): el hombre realiza totalmente esta esencia
solamente existiendo "con alguien", y más profunda y completamente,
existiendo "para alguien"
En la apertura al otro y en
el don de sí se realiza el amor conyugal en la forma de donación total propia
de este estado.
Este don se hace todavía
más maravilloso por la gracia ya que llegamos a ser «partícipes de la
naturaleza divina» (2 Pe 1, 4) y somos llamados a vivir juntos la comunión
sobrenatural de caridad con Dios y con los hermanos.
El amor conyugal – Amor abierto a la Vida
Ø
comprende y supera la amistad
ü
entrega total de un hombre y una mujer, de acuerdo con su
masculinidad y feminidad
ü
comunión de personas en la cual Dios ha querido que viniera
concebida, naciera y se desarrollara la vida humana
La donación sexual
solamente pertenece al amor conyugal con el que el hombre y la mujer se
comprometen entre sí hasta la muerte.
ü
signo y una garantía de comunión espiritual.
ü
El amor es esencialmente don y el amor conyugal los hace capaces
de la máxima donación posible, por la cual se convierten en cooperadores de
Dios en el don de la vida a una nueva persona humana.
II - AMOR VERDADERO Y CASTIDAD
La vocación de la persona al amor se realiza en:
ü
amor conyugal
ü
amor virginal
requieren para su desarrollo el compromiso de VIVIR LA CASTIDAD
La sexualidad se hace personal y verdaderamente humana cuando
•
está integrada en la relación hombre-mujer, en el don mutuo total
•
temporalmente ilimitado
DONACIÓN SINCERA DE SÍ MISMO
ü
necesidad de ser ayudado por la disciplina de los sentimientos,
de las pasiones y de los afectos, que nos lleva a conseguir el autodominio.
ü
Ninguno puede dar aquello que no posee: si la persona no es dueña
de sí carece de aquel dominio que la torna capaz de darse.
ü
La castidad es la energía espiritual que libera el amor del
egoísmo y de la agresividad. En la misma medida en que en el hombre se
debilita la castidad, su amor se hace progresivamente egoísta, es decir, deseo
de placer y no ya don de sí.
2339 La
castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de
la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus
pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado
(cf Si 1, 22). “La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una
elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde
dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción
externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberándose de toda
esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se
procura con eficacia y habilidad los medios adecuados” (GS 17).
La castidad como don de sí (17)
LA CASTIDAD ES LA AFIRMACIÓN
GOZOSA DE QUIEN SABE VIVIR EL DON DE SÍ, LIBRE DE TODA ESCLAVITUD EGOÍSTA.
§
supone que la persona haya aprendido a descubrir a los otros, a
relacionarse con ellos respetando su dignidad.
§
la persona casta no está centrada en sí misma, ni en relaciones
egoístas con los demás.
§
la castidad torna armónica la personalidad, la hace madurar y
la llena de paz interior.
ü
La pureza de mente y de cuerpo ayuda a desarrollar el verdadero
respeto de sí y al mismo tiempo hace capaces de respetar a los otros,
porque VE EN ELLOS PERSONAS, que se han de venerar en cuanto creadas a imagen
de Dios y, por la gracia, hijos de Dios, recreados en Cristo.
El dominio de sí (18-19)
La castidad requiere
ü
rechazar ciertos pensamientos, palabras y acciones pecaminosas,
ü
así como evitar las ocasiones de provocación e incentivos al
pecado
El dominio de sí es signo de libertad interior, de responsabilidad
hacia sí mismo y hacia los demás (superar los impulsos instintivos de la propia
naturaleza), y manifiesta una conciencia de fe.
LA FAMILIA está llamada a ser un apoyo educativo fundamental
que estimule el ejercicio de las virtudes, donde se facilita la educación
a la castidad y se eliminan conflictos interiores.
TODOS SOMO LLAMADOS A LA SANTIDAD
ü
Vivir castamente puede exigir una lucha exigente y hasta
heroica sobre todo en ambientes donde se ofende y descredita la castidad.
ü
Con la gracia de Cristo, todos pueden vivir castamente aunque se
encuentren en circunstancias poco favorables.
La castidad conyugal (20-21)
LAS PERSONAS CASADAS
SON LLAMADAS A VIVIR LA CASTIDAD CONYUGAL; las otras practican la castidad en
la continencia.
La mejor manera de
educar a los hijos en la castidad es viviendo la castidad conyugal.
En el centro de la
espiritualidad conyugal está la castidad. Sólo de este modo puede ser expresión
de caridad;
CASTIDAD CONYUGAL:
Ø Vivir la donación sexual en el respeto de Dios
y de su designio de amor, con
fidelidad, honor y generosidad hacia el cónyuge y hacia la vida que puede
surgir de su gesto de amor.
Ø “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”
(Jn 14, 15). El cristiano está llamado a vivir su entrega en el matrimonio
en el marco de su relación personal con Dios, como expresión de su fe y de
su amor por Dios, y por tanto con la fidelidad y la generosa fecundidad que
distinguen el amor divino.
Ø Es fruto de
o
la
virtud en la que se ejercitan
los esposos
o
los
dones del Espíritu Santo con
los que colaboran. Para vivir la castidad el hombre y la mujer tienen necesidad
de la iluminación continua del Espíritu Santo.
Los padres deben
considerar cualquier ataque a la virtud y a la castidad de sus hijos como una
ofensa a su propia vida de fe y una amenaza de empobrecimiento para su comunión de vida y de gracia.
La educación a la castidad (22-25)
La educación de los hijos a la castidad mira a tres objetivos:
a)
Conservar en la familia un clima positivo de amor, de virtud y de
respeto a los dones de Dios, particularmente al don de la vida.
b)
Ayudar gradualmente a los hijos a comprender el valor de la
sexualidad y de la castidad y sostener su desarrollo con el consejo, el ejemplo
y la oración.
c)
Ayudarles a comprender y a descubrir la propia vocación al
matrimonio o a la virginidad
LA EDUCACIÓN CORRESPONDE A LOS PADRES COMO MISIÓN A LA QUE SE
COMPROMETEN EN LA CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO.
El deber educativo de los padres es de tanta trascendencia, que,
cuando falta, difícilmente puede suplirse.
La familia es la primera escuela de las virtudes sociales. Los padres deben crear un
ambiente de familia animado por el amor por la piedad hacia Dios y hacia los
hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos.
PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD
§
Los padres pueden recibir ayudas de otros educadores, pero no ser
sustituidos salvo por graves razones de incapacidad física o moral.
§
comparten su misión educativa con otras personas e instituciones,
como la Iglesia y el Estado; pero aplicando correctamente el.
§
al servicio del amor de los padres, favoreciendo el bien del
núcleo familiar; cualquier otro colaborador en el proceso educativo debe actuar
en nombre de los padres, con su consenso y, en cierta medida, incluso por
encargo suyo
La PROPUESTA EDUCATIVA EN TEMA DE SEXUALIDAD Y DE AMOR
VERDADERO, ABIERTO AL DON DE Sí, ha de enfrentarse hoy a una cultura orientada
hacia el positivismo.
§
El positivismo produce como frutos el gnosticismo a nivel teórico
y el utilitarismo a nivel práctico y ético. El utilitarismo es una civilización
basada en producir y disfrutar; una civilización de las "cosas" y no
de las "personas".
§
Es necesario que los padres reivindiquen su propia tarea, se
asocien, y eduquen conforme a los valores de la persona y del amor cristiano,
tomando una clara posición que supere el utilitarismo ético.
En relación con la PREPARACIÓN AL MATRIMONIO, la familia
debe seguir siendo la protagonista principal de dicha obra educativa, desde los
primeros años (preparación remota).
III - EN EL HORIZONTE VOCACIONAL (26)
La familia cristiana tiene un
papel decisivo en el nacer de las vocaciones y en su desarrollo
matrimonio cristiano à familia
cristiana à nuevos
ciudadanos que por la gracia del Espíritu Santo, quedan constituidos en el
bautismo hijos de Dios.
Iglesia doméstica: los
padres deben ser para sus hijos los primeros predicadores de la fe,
mediante la palabra y el ejemplo, y deben fomentar la vocación propia
de cada uno, pero con un cuidado especial la vocación sagrada: LA SANTIDAD (a
través del matrimonio o a la virginidad y al celibato)
1. La vocación al matrimonio (27)
La
formación en el amor verdadero es la mejor preparación para la vocación al
matrimonio.
En familia
los niños y los jóvenes pueden aprender a vivir la sexualidad humana con la
grandeza y en el contexto de una vida cristiana.
Los niños
y los jóvenes descubren gradualmente que el sólido matrimonio cristiano no es
el resultado de conveniencias ni de una mera atracción sexual… sino que se
trata de una VOCACIÓN
Por ser
una vocación, el matrimonio comporta siempre una elección bien
meditada, el mutuo compromiso ante de Dios, y la constante petición de su ayuda
en la oración.
Llamados al amor conyugal (28-30)
Los padres cristianos, empeñados
en la tarea de educar a los hijos en el amor, partirán de la experiencia de su
amor conyugal (que bebe del AMOR = Dios).
El matrimonio no efecto de la
casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes;
es instituido sabiamente por Dios para
realizar en la humanidad su designio de amor.
Los esposos, mediante su recíproca
donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión en orden
a un mutuo perfeccionamiento personal (Santidad), para colaborar con Dios en la
generación y en la educación de nuevas vidas.
Además, el matrimonio es signo
sacramental de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la
Iglesia
El amor conyugal tiene cuatro
características:
-
es amor humano (sensible y espiritual),
-
es amor total,
-
es fiel
-
es fecundo
Los dos esposos, aunque diferentes
viven "en la verdad y el amor" el ser “Una sola carne”
(en la dimensión espiritual y corpórea).
En el matrimonio cristiano la
sexualidad se integra en un camino de santidad, con un vínculo que refuerza aún
más su indisoluble unidad.
El don del sacramento es al mismo
tiempo vocación y mandamiento para los esposos cristianos, para que permanezcan
siempre fieles entre sí, por encima de toda prueba y dificultad, en generosa
obediencia a la santa voluntad del Señor: "lo que Dios ha unido, no lo
separe el hombre".
Los padres afrontan una preocupación real (31-33)
Los padres están preocupados por
la estabilidad de los futuros matrimonios de sus hijos.
Deben, sin embargo, reaccionar con
optimismo procurando dar a los propios hijos una profunda formación cristiana
que los torne capaces de superar las diversas dificultades.
Concretamente educarlos en la
castidad:
-
favorece el respeto mutuo entre el hombre y la mujer y confiere la
capacidad de compasión, ternura, tolerancia, generosidad y, sobre todo,
espíritu de sacrificio, sin el cual ningún amor se mantiene.
-
los adolescentes y los jóvenes aprenden a vivir la sexualidad en
la dimensión personal, rechazando toda separación entre la sexualidad y el amor
—entendido como donación de sí— y entre el amor esponsal y la familia.
-
sin silenciar la gravedad moral que implica la separación de la
dimensión unitiva de la procreativa, que tiene lugar sobre todo en la
contracepción y en la procreación artificial, y que es contrario a la verdad
del amor conyugal y a la plena comunión esponsal.
-
presentando las consecuencias, siempre más graves, que surgen de
la separación entre la sexualidad y la procreación cuando se llega a practicar
la esterilización y el aborto, o a buscar la práctica de la sexualidad separada
también del amor conyugal, sea antes, sea fuera del matrimonio.
El respeto de los padres hacia la
vida y hacia el misterio de la procreación, evitará en el niño o en el joven la
falsa idea de que las dos dimensiones del acto conyugal, la unitiva y la
procreativa, puedan separarse según el propio arbitrio.
Contracepción:
búsqueda del placer sexual interviniendo sobre la expresión del acto conyugal a
fin de evitar la concepción.
Procreación
artificial: búsqueda de la concepción sustituyendo el acto conyugal por una
técnica.
De la correcta educación en la sexualidad
depende gran parte del orden moral y de la armonía conyugal de la familia y,
por tanto, depende también de él el verdadero bien de la sociedad.
2. La vocación a la virginidad y al celibato (34)
La Revelación cristiana presenta
dos vocaciones al amor: el matrimonio y la virginidad.
Está en crisis tanto el matrimonio,
la familia, como las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa.
Las dos situaciones son
inseparables: “cuando no se estima el matrimonio, no puede existir tampoco la
virginidad consagrada; cuando la sexualidad humana no se considera un valor
donado por el Creador, pierde significado la renuncia por el Reino de los
cielos”
A la disgregación de la familia
sigue la falta de vocaciones.
Por el contrario, donde los padres
son generosos en acoger la vida, es más fácil que lo sean también los hijos
cuando se trata de ofrecerla a Dios.
La vida humana adquiere plenitud
cuando se hace don de sí
Los padres servirán verdaderamente
la vida de sus hijos si los ayudan a hacer de su propia existencia un
don, respetando sus opciones maduras y promoviendo con alegría cada
vocación.
Los padres y las vocaciones sacerdotales y
religiosas (35-36)
Los padres deben alegrarse si ven
en alguno de sus hijos los signos de la llamada de Dios a la más alta vocación
de la virginidad o del celibato por amor del Reino de los cielos.
animándolos en su propio camino
hasta el momento del ingreso en el seminario o en la casa de formación, o
también hasta la maduración de esta vocación específica al don de sí con un
corazón indiviso.
Ellos deberán respetar y valorar
la libertad de cada uno de sus hijos, animando su vocación personal y sin
pretender imponerles ninguna determinada vocación.
Los padres deben cultivar y
proteger en los corazones de sus hijos la vocación religiosa
Las familias cristianas son como
un primer seminario, y, por otro, las parroquias, de cuya fecundidad de vida
participan los propios adolescentes
Los padres, catequistas, maestros…
instrúyanlos de forma que, conociendo la solicitud del Señor por su grey y
considerando las necesidades de la Iglesia, estén prontos a responder
generosamente al llamamiento del Señor, diciendo con el profeta: Aquí
estoy yo, envíame (Is 6, 8) »
IV - PADRE Y MADRE COMO EDUCADORES (37-40)
Dios concede a los esposos cristianos
el privilegio y la gran responsabilidad de llegar a ser padres, así como la
gracia para cumplir su propia misión (gracia de estado) porque están asistidos
por el Espíritu Santo.
Los esposos, “una sola carne” comparten
el deber de formar a los hijos mediante el mutuo diálogo, son consagrados a la
educación cristiana de sus hijos y enriquecidos de sabiduría, consejo,
fortaleza y con los otros dones del Espíritu Santo, considerando siempre a los
niños y a los jóvenes como personas, hijos de Dios y herederos del Reino de los
cielos.
Los padres están guiados por « dos
verdades fundamentales.
-
el hombre está llamado a vivir en la verdad y en el amor.
-
cada hombre se realiza mediante la entrega sincera de sí mismo
Cuando uno de los progenitores
queda solo:
-
Tarea no ciertamente fácil, pues le falta el apoyo del otro
cónyuge, y con ello, la actividad y el ejemplo de un cónyuge de sexo diferente.
Dios sostiene a los padres solos con amor especial, llamándolos a afrontar esta
tarea con igual generosidad y sensibilidad con que aman y cuidan a sus hijos en
otros aspectos de la vida familiar.
Hijos adoptivos
-
Sobre los padres que adopta/acogen recae la tarea de formar a los
niños y a los jóvenes íntegramente. Recibirán la gracia de estado para hacerlo
según los mismos principios que guían a los padres cristianos.
Los derechos y deberes de los padres (41-43)
Es muy importante que los padres
sean conscientes de sus derechos y deberes, en particular frente a
un Estado y a una escuela que tienden a asumir la iniciativa en el campo de la
educación sexual.
El derecho-deber educativo de los
padres se califica como esencial, original y primario, insustituible
e inalienable, no debe ser ni totalmente delegado ni usurpado por otros, salvo
el caso de la imposibilidad física o psíquica.
Los padres tienen el derecho de
educar a sus hijos en la Fe, ellos deben recibir también de la sociedad la
ayuda y asistencia necesarias para realizar de modo adecuado su función
educadora.
Esto incluye la educación sexual,
derecho y deber fundamental de los padres, que debe realizarse siempre bajo su
dirección solícita, tanto en casa como en los centros educativos elegidos y
controlados por ellos.
è
ley de la subsidiaridad: la escuela debe educar en comunión con los
padres.
Por los vínculos estrechos que hay
entre la dimensión sexual de la persona y sus valores éticos, esta educación
debe llevar a los hijos a conocer y estimar las normas morales como garantía
necesaria y preciosa para un crecimiento personal y responsable en la
sexualidad humana.
Por eso los padres y demás
educadores deben de estar debidamente preparados.
El significado del deber de los padres (44-47)
Los padres tienen el deber de
educar correctamente en la castidad a sus hijos y no tolerar una formación
inmoral o inadecuada impartida a los hijos fuera del hogar.
Tarea particularmente dificultad
debido a la difusión, a través de los medios de comunicación, de la pornografía,
que deforman la sensibilidad de los adolescentes.
Por parte de los padres, doble
cuidado:
-
educación preventiva y crítica de los hijos
-
acción de valiente denuncia ante la autoridad
“Ante una cultura que
"banaliza" en gran parte la sexualidad humana, porque la interpreta y
la vive de manera reductiva y empobrecida, relacionándola únicamente con el
cuerpo y el placer egoísta, la educación de los padres debe basarse sobre una
cultura sexual que sea verdadera y plenamente personal. En efecto, la
sexualidad es una riqueza de toda la persona —cuerpo, sentimiento y espíritu— y
manifiesta su significado íntimo al llevar la persona hacia el don de sí misma
en el amor” (JPII)
Este derecho-deber, de educar en
la sexualidad
-
los padres cristianos en el pasado lo han advertido y ejercitado
poco (el problema no tenía la gravedad actual o porque su tarea era en parte
sustituida por otros).
-
Hoy en día es muy difícil; No existe la experiencia de cuanto con
ellos hicieron los propios padres.
La Iglesia con este documento, desea
que los padres recuperen la confianza en sus propias capacidades y ayudarles en
el cumplimiento de su tarea.
V - ITINERARIOS FORMATIVOS EN EL SENO DE LA FAMILIA
(48-49)
La familia cristiana, iglesia
doméstica, es el lugar normal y originario para la formación de los
niños y de los jóvenes en la consolidación y en el ejercicio de las virtudes de
la caridad, de la templanza, de la fortaleza y, por tanto, de la castidad.
En un hogar cristiano los padres
tienen la fuerza para conducir a los hijos hacia una verdadera madurez
cristiana de su personalidad, según la medida de Cristo, en el seno de su
Cuerpo místico que es la Iglesia.
Los padres
no pueden contentarse con evitar lo peor (que los hijos no se droguen o no
comentan delitos): deben comprometerse a educarlos en los valores verdaderos de
la persona, renovados por las virtudes de la fe, de la esperanza y del amor: la
libertad, la responsabilidad, la paternidad y la maternidad, el servicio, el
trabajo profesional, la solidaridad, la honradez, el arte, el deporte, el gozo
de saberse hijos de Dios y, con esto, hermanos de todos los seres humanos, etc.
El Estado y de la sociedad tiene
que apoyar a la familia, según el principio de subsidiaridad: promover
iniciativas políticas (asignación de recursos para la educación de los hijos y
para la atención de los ancianos)
El valor esencial del hogar (50-51)
Es de gran importancia del clima
afectivo de la familia para una correcta educación sexual.
Especialmente en los primeros años
de la infancia y de la adolescencia y tal vez también en la fase pre-natal,
períodos en los cuales se instauran los dinamismos emocionales y profundos de
los adolescentes.
Factores importantes:
-
equilibrio, aceptación y comprensión en la pareja
-
serenidad en las relaciones entre padre y madre en los años
importantes para el proceso de identificación, y de la relación de sereno
afecto hacia los niños.
Graves carencias o desequilibrios,
capaces de causar en los niños traumas emocionales y afectivos que pueden
entorpecer gravemente su adolescencia y a veces marcarlos para toda la vida.:
-
ausencia de la vida familiar de uno o de ambos padres,
-
desinterés educativo o la severidad excesiva
Dedicar tiempo a sus hijos y
ponerse verdaderamente a su nivel, con amor.
-
Encontrar tiempo para estar con los hijos y de dialogar con
ellos. Los hijos, don y deber, son su tarea más importante para los padres (más
que el trabajo, más que el descanso, más que la posición social…).
-
Escucharlos con atención, esforzarse por comprenderlos, saber
reconocer la parte de verdad que puede haber en algunas formas de rebelión.
-
Ayudarles a encauzar rectamente sus ansias y aspiraciones,
enseñándoles a reflexionar sobre la realidad de las cosas y a razonar.
-
No se trata tanto de imponerles una determinada línea de conducta,
sino de mostrarles los motivos, sobrenaturales y humanos, que la recomiendan.
Formación en la comunidad de vida y de amor (52-55)
Nada mueve tanto a amar cuanto el SABERSE
AMADOS.
La familia cristiana es capaz de ofrecer
una atmósfera impregnada de aquel amor a Dios que hace posible el auténtico don
recíproco.
Los hijos
-
estarán más dispuestos a vivir según las verdades morales
practicadas por sus padres
-
tendrán confianza en ellos y aprenderán aquel amor que vence el
miedo.
El amor recíproco (el don de sí),
que los hijos descubren en sus padres,
-
será una protección segura de su serenidad afectiva.
-
afina la inteligencia, la voluntad y las emociones, rechazando
todo cuanto pueda degradar o envilecer el don de la sexualidad humana que, en
una familia en la cual reina el amor, es siempre entendida como parte
de la llamada al don de sí en el amor a Dios y a los demás
-
se pone como modelo y norma del don de sí que debe haber en las
relaciones entre hermanos y hermanas, y entre las diversas generaciones que
conviven en la familia.
La
comunión y la participación vivida cotidianamente en la casa, en los momentos
de alegría y de dificultad, representa la pedagogía más concreta y eficaz para
la inserción activa, responsable y fecunda de los hijos en el horizonte más
amplio de la sociedad
Educar en auténtico amor
-
que quiere el bien del otro, que acoge a la persona amada,
considera su bien como propio.
-
es al mismo tiempo educación del espíritu, de la sensibilidad y de
los sentimientos.
o
Es necesario enseñar al niño, al adolescente y al joven a
establecer las oportunas relaciones con Dios, con sus padres, con sus hermanas
y hermanas, con sus compañeros del mismo o diverso sexo, con los adultos.
o
El comportamiento hacia las demás personas depende mucho de la
forma con que administran lo sentimientos espontáneos, haciendo crecer algunos,
controlando otros.
-
Cultivando el dominio de sí, que presupone virtudes como el pudor,
la templanza, el respeto propio y ajeno y la apertura al prójimo. Importantes también
las virtudes “hermanas menores de la castidad”: modestia, capacidad de
sacrificio de los propios caprichos, alimentadas por la fe y por la vida de
oración.
-
Educar en la virtud de la castidad no se reduce en “tienes que
cumplir normas” (como actos externos), sino en activar y desarrollar en los
hijos los dinamismos de la naturaleza y de la gracia: “inclinar su corazón a
los preceptos de Dios” que les hace descubrir que sólo así pueden crecer y ser
libres.
El pudor y la modestia (56)
“Espontánea defensa de la persona
que se niega a ser vista y tratada como objeto de placer en vez de ser
respetada y amada por sí misma”
Educar en al pudor y la modestia
es muy importante para crear un clima adecuado para la maduración de la castidad:
A la hora
de hablar, obrar y vestir, hondamente arraigados en el respeto del propio
cuerpo y de la dignidad de los demás.
Los padres deben velar para que
ciertas modas y comportamientos inmorales no violen la integridad del hogar (sobre
todo a través de los medios de comunicación).
Peligros de los televisión e
Internet, muchas veces porque ambos padres están trabajando fuera del hogar.
Los padres deben tomar parte
activa en su uso moderado, crítico, vigilante y prudente.
La justa intimidad (57)
Unida al pudor y la modestia, se
ha de considerar el respeto de la intimidad: si un niño o un joven
ve que se respeta su justa intimidad, sabrá que se espera de él igual
comportamiento con los demás.
De esta manera, aprenderá a
cultivar su sentido de responsabilidad ante Dios, desarrollando su vida
interior y el gusto por la libertad personal, que le hacen capaz de amar mejor
a Dios y a los demás.
El autodominio (58)
Todo esto implica el autodominio,
condición necesaria para ser capaces del don de sí.
Estimulados a los hijos a apreciar
y practicar el autocontrol y el recato, a vivir en forma ordenada, a realizar
sacrificios personales en espíritu de amor a Dios, de autorespeto y generosidad
hacia los demás.
No se trata de sofocar los sentimientos
y tendencias sino encauzándolos en una vida virtuosa.
Los padres modelo para los propios hijos (59-60)
El buen ejemplo y el liderazgo de
los padres es esencial para reforzar la formación de los jóvenes a la
castidad.
Maternidad:
La madre
que estima la vocación materna y su puesto en la casa, ayuda enormemente a
desarrollar, en sus propias hijas, las cualidades de la feminidad y de la
maternidad y pone ante los hijos varones un claro ejemplo, de mujer recia y
noble.
Paternidad:
El padre
que inspira su conducta en un estilo de dignidad varonil, sin machismos, será
un modelo atrayente para sus hijos e inspirará respeto, admiración y seguridad
en las hijas.
Espíritu de sacrificio:
Hoy más
que nunca las familias están sometidas a las presiones del materialismo y del
consumismo: los hijos crecerán en una justa libertad ante los bienes
materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero, convencidos de que
"el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene".
verdadero amor:
como
solicitud sincera y servicio desinteresado hacia los demás, especialmente a los
más pobres y necesitados
Un santuario de la vida y de la fe (61-62
La generosidad de Acoger la vida:
-
Es primer ejemplo y la mayor ayuda que los padres dan a sus hijos
-
les ayudan a tener un estilo más sencillo de vida
-
es menor mal negar a los propios hijos ciertas comodidades y
ventajas materiales que privarlos de la presencia de hermanos y hermanas que
podrían ayudarlos a desarrollar su humanidad y a comprobar la belleza de la
vida en cada una de sus fases y en toda su variedad
Ante todo: Casa de fe y de oración
-
se percibe la presencia de Dios Padre
-
se acoge la Palabra de Jesús
-
se siente el vínculo de amor, don del Espíritu,
-
y se ama y se invoca a la purísima Madre de Dios.
Esta vida
de fe y de oración tiene como contenido original la misma vida de
familia (alegrías, dolores, esperanzas, tristezas, nacimientos, cumpleaños,
aniversarios de la boda de los padres, partidas, alejamientos y regresos,
elecciones importantes y decisivas, muerte de personas queridas, etc., señalan
la intervención del amor de Dios en la historia de la familia, como deben
señalar también el momento favorable a la acción de gracias, para la petición
al abandono confiado de la familia en el Padre común que está en los cielos.
Crea una atmósfera
donde las verdades de la fe y de la moral serán enseñadas, comprendidas y
asumidas con reverencia, y la palabra de Dios será vivida con amor.
Edificará
una comunidad familiar que cala profundamente en el corazón de sus hijos,
dejando huellas que los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán
borrar.
VI - LOS PASOS EN EL CONOCIMIENTO
La familia es el mejor ambiente
para cumplir el deber de asegurar una gradual educación de la vida sexual.
-
Para aceptar, sin traumas, aun las realidades más delicadas e integrarlas
armónicamente en una personalidad equilibrada y rica.
A los padres corresponde
especialmente la obligación de hacer conocer a los hijos los misterios
de la vida humana.
Los padres tienen el derecho a que
sus hijos no sean obligados a asistir en la escuela a cursos sobre temas que
estén en desacuerdo con las propias convicciones religiosas y morales, a un sistema
de información sexual separado de los principios morales, tan frecuentemente
difundido, que no es sino una introducción a la experiencia del placer y un
estímulo para perder la serenidad, abriendo el camino al vicio desde los años
de la inocencia.
Es necesario, por tanto,
proponer cuatro principios generales y seguidamente examinar
las diversas fases de desarrollo del niño.
Cuatro principios sobre la información respecto a la
sexualidad (65-67
UNO. Los padres son los que mejor
conocen a sus hijos y deben decidir qué información se les da en cada momento y
cómo
Todo niño es una persona única e
irrepetible y debe recibir una formación individualizada.
Los padres que son los que mejor conocen, comprenden y aman a cada
uno de sus hijos en su irrepetibilidad, deben decidir el momento oportuno de
dar las distintas informaciones, según el respectivo crecimiento físico y espiritual.
Nadie debe privar a los padres, conscientes de su misión, de esta capacidad de
discernimiento.
-
El proceso de madurez de cada niño como
persona es distinto,
-
por lo cual los aspectos tanto biológicos como afectivos, que
tocan más de cerca su intimidad, deben serles comunicados a través de un diálogo
personalizado hecho con amor y con confianza.
-
los padres comunican algo del propio don de sí, y están en
condición de testimoniar aspectos de la dimensión afectiva de la sexualidad no transmisibles
de otra manera.
o
este diálogo se realiza mejor cuando el progenitor, que
comunica las informaciones biológicas, afectivas, morales y espirituales, es del
mismo sexo del niño o del joven.
o
las madres tienen una sintonía especial con las hijas y los padres
con los hijos, conscientes de su papel, de las emociones y de los problemas del
propio sexo.
o
el padre que se encuentre sólo, deberá
comportarse con gran sensibilidad cuando hable con un hijo de sexo diverso, y
podrá permitir que los aspectos más íntimos sean comunicados subsidiariariamente
por una persona de confianza del sexo del niño (educadores expertos y bien
formados en el ámbito de la comunidad escolar, parroquial o de las asociaciones
católicas).
DOS. La dimensión moral debe
formar parte siempre de las explicaciones (68- 69)
-
Los padres podrán poner de relieve que los cristianos están
llamados a vivir el don de la sexualidad según el plan de Dios que es Amor,
en el contexto del matrimonio o de la virginidad consagrada o también en el
celibato.
-
Insistir en el valor positivo de la castidad y
en la capacidad de generar verdadero amor hacia las personas: este es
su más radical e importante aspecto moral; sólo quien sabe ser casto, sabrá
amar en el matrimonio o en la virginidad.
Los padres podrán observar desde
la más tierna edad, inicios de una actividad genital instintiva en el niño:
-
No se debe considerar como represivo el hecho de corregir
delicadamente estos hábitos que podrían llegar a ser pecaminosos más tarde,
-
y enseñar la modestia, siempre que sea necesario, a medida
que el niño crece. Es importante que el juicio de rechazo moral de ciertos
comportamientos, contrarios a la dignidad de la persona y a la castidad, sea
justificado con motivaciones adecuadas, válidas y convincentes tanto en el
plano racional como en el de la fe, y en un cuadro positivo y de alto
concepto de la dignidad personal. Muchas amonestaciones de los padres son
simples reproches o recomendaciones que los hijos perciben como fruto del miedo
a ciertas consecuencias sociales o de pública reputación, más que de un amor
atento a su verdadero bien.
San Juan
Crisóstomo: “Os exhorto a corregir con todo empeño los vicios y las pasiones
que en cada edad os acometen. Porque si en cualquier época de nuestra vida
navegamos despreciando los valores de la virtud y sufriendo de esta manera
constantes naufragios, tenemos el riesgo de llegar al puerto vacíos de toda
carga espiritual”
TRES. Vida Espiritual, principios
morales e información correcta.
La educación a la castidad y las
oportunas informaciones sobre la sexualidad deben ser ofrecidas en el
más amplio contexto de la educación al amor.
No es suficiente comunicar
informaciones sobre el sexo junto a principios morales objetivos.
Es necesaria la constante
ayuda para el crecimiento en la vida espiritual de los hijos,
para que su desarrollo biológico y las pulsiones que comienzan a experimentar
se encuentren siempre acompañadas por un creciente amor a Dios Creador y
Redentor y por una siempre más grande conciencia de la dignidad de toda persona
humana y de su cuerpo.
A la luz del misterio de Cristo y
de la Iglesia, los padres pueden ilustrar los valores positivos de la
sexualidad humana en el contexto de la nativa vocación de la persona al amor y
de la llamada universal a la santidad.
En los coloquios con los hijos, no
deben faltar nunca los consejos idóneos para crecer en el amor de Dios y del
prójimo y para superar las dificultades (Declaración acerca de
ciertas cuestiones de ética sexual (1975) - Congregación para la doctrina de la
Fe)
-
disciplina de los sentidos y de la mente
-
prudencia atenta para evitar las ocasiones de
caídas
-
guardar el pudor
-
moderación en las diversiones
-
ocupación sana
-
recurso frecuente a la oración y a los
sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía.
-
Fomentar su devoción a la Virgen María, la Inmaculada
Madre de Dios”
-
- Educar a
los hijos a valorar los ambientes que frecuentan con sentido crítico y
verdadera autonomía
-
Habituarlos a un uso independiente de los medios de comunicación
-
Presentar siempre modelos positivos y los medios adecuados para
que empleen sus energías vitales, el sentido de la amistad y de
solidaridad en el vasto campo de la sociedad y de la Iglesia.
En presencia de tendencias y de
comportamientos desviados:
-
prudencia y cautela en distinguir y evaluar las situaciones
-
recurrir también a especialistas de segura formación científica y
moral para identificar las causas más allá de los síntomas
-
ayudar a las personas con seriedad y claridad a superar las dificultades.
-
orientarse más sobre las causas que sobre la represión directa del
fenómeno
-
si es necesario: ayuda de personas cualificadas como médicos,
pedagogos, psicólogos de recto sentir cristiano.
Transmitir a los hijos la
convicción de que la castidad en el propio estado es posible y genera
alegría.
-
La alegría brota de la conciencia de una madurez y armonía de
la propia vida afectiva, que, siendo don de Dios y don de amor, permite realizar
el don de sí en el ámbito de la propia vocación. El hombre, no puede
encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los
demás (GS4)
“lo que hagas hazlo con templanza, sin
obscenidad, sin culpas y ni pecados… sino que seáis valientes, buenos,
modestos y castos” (San Juan Crisóstomo)
-
La ayuda de Dios no falta nunca si se pone el
empeño necesario para corresponder a la gracia de Dios.
-
Ayudando, formando y respetando la conciencia
de los hijos,
-
los padres deben procurar que frecuenten conscientemente los
sacramentos, yendo por delante con su ejemplo. Si los niños y los
jóvenes experimentan los efectos de la gracia y de la misericordia de Dios en
los sacramentos, serán capaces de vivir bien la castidad como don de Dios, para
su gloria y para amarlo a El y a los demás hombres.
o
Una ayuda necesaria y sobrenaturalmente eficaz es frecuentar el
Sacramento de la reconciliación, especialmente si se puede contar con un
confesor fijo. La guía o dirección espiritual, aunque no coincide
necesariamente con el papel del confesor, es ayuda preciosa para la iluminación
progresiva de las etapas de maduración y para el apoyo moral.
-
Son muy útiles las lecturas de libros de formación elegidos
y aconsejados para ofrecer una formación más amplia y profunda,
-
y proponer ejemplos y testimonios en el camino de la virtud.
CUATRO - Dar información con
extrema delicadeza, pero en forma clara y en el tiempo oportuno
-
Los hijos deben ser tratados de manera personalizada, de
acuerdo con las condiciones personales de su desarrollo fisiológico y psíquico,
-
teniendo debidamente en cuenta también el ambiente
cultural y la experiencia que el adolescente realiza en su vida cotidiana.
-
Para valorar lo que se debe decir a cada uno, es muy importante
que los padres pidan ante todo luces al Señor en la oración y hablen entre
sí, para que sus palabras no sean ni demasiado explícitas ni demasiado
vagas.
-
Dar muchos detalles a los niños es
contraproducente, pero retardar excesivamente las primeras informaciones es
imprudente, porque toda persona humana tiene una natural curiosidad al
respecto y antes o después se interroga, sobre todo en una cultura donde se ve
demasiado también por la calle.
En general, las primeras
informaciones acerca del sexo que se han de dar a un niño pequeño, no miran la
sexualidad genital, sino el embarazo y el nacimiento de un hermano o de una
hermana. La curiosidad natural del niño se estimula, por ejemplo, cuando
observa en la madre los signos del embarazo y que vive en la espera de un niño.
-
Los padres deben aprovechar esta gozosa experiencia
para comunicar algunos hechos sencillos relativos al embarazo, siempre en el
contexto más profundo de la maravilla de la obra creadora de Dios, que ha
dispuesto que la nueva vida por El donada se custodie en el cuerpo de la madre
cerca de su corazón.
Las fases principales del desarrollo del niño (77)
Es importante que los padres
tengan siempre en consideración las exigencias de sus hijos en las diversas
fases de su desarrollo.
-
Teniendo en cuenta que cada uno debe recibir una formación individualizada,
- los padres
han de adaptar los aspectos de la educación al amor a las necesidades
particulares de cada hijo.
1. Los años de la inocencia (78-86)
5 años hasta la pubertad (entre los
ocho y 13 años de edad en las niñas, y entre los 9 y 15 años de edad en los
niños): los años de la inocencia.
-
Período de tranquilidad y de serenidad que no debe ser turbado
por una información sexual innecesaria.
-
En estos años, antes del evidente desarrollo físico sexual, es
común que los intereses del niño se dirijan a otros aspectos de la vida. Ha
desaparecido la sexualidad instintiva rudimentaria del niño pequeño. Los niños
y las niñas de esta edad no están particularmente interesados en los
problemas sexuales
-
y prefieren frecuentar a los de su mismo sexo.
-
Para no turbar esta importante fase natural del crecimiento, los
padres tendrán presente que una prudente formación al amor casto ha de
ser en este período indirecta, en preparación a la pubertad, cuando
sea necesaria la información directa.
-
Durante esta fase del desarrollo, el niño se encuentra
normalmente satisfecho del cuerpo y sus funciones.
-
Acepta la necesidad de la modestia en la
manera de vestir y en el comportamiento.
-
Aun siendo consciente de las diferencias físicas entre ambos
sexos, muestra en general poco interés por las funciones genitales.
-
El descubrimiento de las maravillas de la creación, propio de esta
época, y las respectivas experiencias en casa y en la escuela, deberán ser
orientadas hacia la catequesis y el acercamiento a los sacramentos, que
se realiza en la comunidad eclesial.
Sin embargo, este período de la
niñez no está desprovisto de significado en términos de desarrollo
psico-sexual.
-
El niño o la niña que crece, aprende, del ejemplo de los
adultos y de la experiencia familiar, qué significa ser una mujer o un
hombre.
-
Ni despreciar las expresiones de ternura natural y de sensibilidad
por parte de los niños, ni, a su vez, excluir a las niñas de actividades
físicas vigorosas. Sin embargo, tampoco ir en contra de lo que ahora se
denomina “estereotipo de las funciones”.
o
No se han de ignorar ni minimizar las
efectivas diferencias entre ambos sexos y,
o
en un ambiente familiar sano, los niños aprenderán que es
natural que a estas diferencias corresponda una cierta diversidad entre
las tareas normales familiares y domésticas respectivamente de los hombres y
las mujeres.
§ Las niñas:
desarrollarán en general un interés materno por los niños pequeños, por
la maternidad y por la atención de la casa.
§ Las niñas: Asumiendo
constantemente como modelo la Maternidad de la Santísima Virgen María, deben
ser estimuladas a valorizar la propia feminidad.
§ Los niños: en esta
misma fase, se encuentran en un estadio de desarrollo relativamente
tranquilo.
§ Los niños: Es de
ordinario un período oportuno para establecer una buena relación con el
padre.
§ Los niños: En este
tiempo, ha de aprender que su masculinidad, aunque sea un don divino, no es
signo de superioridad respecto a las mujeres, sino una llamada de Dios a asumir
ciertas tareas y responsabilidades.
§ Los niños: Hay que orientar
al niño a no ser excesivamente agresivo o estar demasiado preocupado de la
fortaleza física como garantía de la propia virilidad.
Sin embargo, en el contexto de la
información moral y sexual, pueden surgir en esta fase de la niñez algunos
problemas.
-
En ciertas sociedades, existen intentos programados y
predeterminados de imponer una información sexual prematura a
los niños.
o
Sin embargo, estos no se encuentran en condiciones de
comprender plenamente el valor de la dimensión afectiva de la sexualidad.
No son capaces de entender y controlar la imagen sexual en un contexto adecuado
de principios morales y, por tanto, de integrar una información sexual que
es prematura, con su responsabilidad moral. Tales informaciones tienden así
a perturbar su desarrollo emocional y educativo y la serenidad natural de este
período de la vida.
o
Los padres han de evitar en modo delicado pero a la vez
firme, los intentos de violar la inocencia de sus hijos, porque comprometen
su desarrollo espiritual, moral y emotivo como personas en crecimiento y que
tienen derecho a tal inocencia.
-
Una ulterior dificultad aparece cuando los niños reciben una
información sexual prematura por parte de los medios de comunicación o de
coetáneos descarriados o que han recibido una educación sexual precoz.
o
En esta circunstancia, los padres habrán de comenzar a impartir
una información sexual limitada, normalmente, a corregir la información
inmoral errónea o controlar un lenguaje obsceno.
-
No son raras las violencias sexuales con los niños.
o
Los padres deben proteger a sus hijos, sobre todo educándolos
en la modestia y la reserva ante personas extrañas; además, impartiendo una
adecuada información sexual, sin anticipar detalles y particulares que
los podrían turbar o asustar.
-
El niño indisciplinado o viciado tiende
a una cierta inmadurez y debilidad moral en el futuro, porque la castidad es
difícil de mantener si la persona desarrolla hábitos egoístas o desordenados y
no será entonces capaz de comportarse con los demás con aprecio y respeto.
o
Los padres deben presentar modelos objetivos de aquello que es
justo o equivocado, creando un contexto moral seguro para la vida.
§ Como en
los primeros años de vida, también durante la niñez, los padres han de fomentar
en los hijos el espíritu de colaboración, obediencia, generosidad y abnegación,
y favorecer la capacidad de autoreflexión y sublimación. En efecto, es
característico de este período de desarrollo, la atracción por actividades
intelectuales: la potencia intelectual permite adquirir la fuerza y la
capacidad de controlar la realidad circundante y, en un futuro no lejano, también
los instintos del cuerpo, y así transformarlos en actividad intelectual y
racional.
2. La pubertad (87-97)
(Desde los 8-13 años de edad en
las niñas, y desde los 9-15 años de edad en los niños)
Fase inicial de la adolescencia. Fase
inicial de la adolescencia caracterizada por las transformaciones biológicas y
físicas en el cuerpo. Durante la pubertad se desarrollan los órganos sexuales.
-
Es un tiempo en el que los padres han de estar especialmente
atentos a la educación cristiana de los hijos:
-
es el momento del descubrimiento de sí mismos «y del propio
mundo interior;
-
el momento de los proyectos generosos, en que brota el
sentimiento del amor, así como los impulsos biológicos de la sexualidad,
del deseo de estar con otros;
-
tiempo de una alegría particularmente intensa, relacionada
con el embriagador descubrimiento de la vida.
-
Pero también es a menudo la edad de los interrogantes
profundos, de las búsquedas angustiosas e incluso frustrantes,
-
de desconfianza en los demás
-
y del repliegue peligroso sobre sí mismo;
-
a veces también el tiempo de los primeros fracasos y de las
primeras amarguras.
ü
Los padres deben velar atentamente sobre la evolución de los
hijos y a sus transformaciones físicas y psíquicas, decisivas para la maduración
de la personalidad. Sin manifestar ansia, temor ni preocupación obsesiva,
evitarán que la cobardía o la comodidad bloqueen su intervención.
ü
Lógicamente es un momento importante en la educación a la
castidad, que implica, entre otros aspectos, el modo de informar sobre la
sexualidad.
ü
En esta fase, la exigencia educativa se extiende al aspecto
de la genitalidad y exige por tanto su presentación, tanto en el plano
de los valores como en el de su realidad global; implica su comprensión
en el contexto de la procreación, el matrimonio y la familia, que deben
estar siempre presentes en una labor auténtica de educación sexual.15
o
Los padres, partiendo de las transformaciones que las hijas y los
hijos experimentan en su propio cuerpo, deben proporcionarles explicaciones
más detalladas sobre la sexualidad siempre que
§ —contando
con una relación de confianza y amistad— las jóvenes se confíen con
su madre y los jóvenes con el padre. Esta relación de confianza y de
amistad se ha de instaurar desde los primeros años de la vida.
§ La
instrucción de las adolescentes y de los adolescentes, ha de comprender una información
realista y suficiente de las características somáticas y psicológicas del otro
sexo, hacia el cual se dirige en gran parte su curiosidad.
§ En este
ámbito, a veces será de gran ayuda para los padres el apoyo
informativo de un médico responsable o de un psicólogo, sin
separar nunca tales informaciones de la referencia a la fe y a la tarea
educativa del sacerdote.
§ Chicas: Tarea
importante de los padres es acompañar la evolución fisiológica de las hijas,
ayudándoles a acoger con alegría el desarrollo de la feminidad en
sentido corporal, psicológico y espiritual.16 Normalmente se podrá hablar
también de los ciclos de la fertilidad y de su significado; no será sin
embargo necesario, si no es explícitamente solicitado, dar explicaciones
detalladas acerca de la unión sexual.
§ Chicos: Es muy
importante también que los adolescentes de sexo masculino reciban ayudas para comprender
las etapas del desarrollo físico y fisiológico de los órganos genitales, antes
de obtener esta información de los compañeros de juego o de personas que no
tengan recto criterio y tino. La presentación de los hechos fisiológicos de la
pubertad masculina ha de hacerse en un ambiente sereno, positivo y
reservado, en la perspectiva del matrimonio, la familia y la paternidad.
A través de un diálogo
confiado y abierto, los padres podrán guiar no
solo a enfrentarse con los momentos de perplejidad emotiva, sino a penetrar en
el valor de la castidad cristiana en la relación de los sexos.
Contra la mentalidad hedonista y
contraceptiva: La instrucción debe tender a resaltar la belleza de la
maternidad y la maravillosa realidad de la procreación, así como el
profundo significado de la virginidad.
Tentaciones de experiencias
sexuales: Durante la pubertad, el desarrollo psíquico y emotivo del
adolescente puede hacerlo vulnerable a las fantasías eróticas y
ponerle en la tentación de experiencias sexuales.
-
Los padres han de estar cercanos a los hijos,
-
corrigiendo la tendencia a utilizar la
sexualidad de modo hedonista y materialista: les harán presente que es
un don de Dios, para cooperar con El a « realizar a lo largo de la historia la
bendición original del Creador, transmitiendo en la generación la imagen divina
de hombre a hombre »; y les reforzarán en la conciencia de que « la fecundidad
es el fruto y el signo del amor conyugal, el testimonio vivo de la entrega
plena y recíproca de los esposos ».17 De esta manera los hijos aprenderán el
respeto debido a la mujer. La labor de la información y de educación de los
padres es necesaria no porque los hijos no deban conocer las realidades
sexuales, sino para que las conozcan en el modo oportuno.
-
De forma positiva y prudente los
padres realizarán cuanto pidieron los Padres del Concilio Vaticano II: « Hay
que formar a los jóvenes, a tiempo y convenientemente, sobre la
dignidad, función y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en
el seno de la misma familia. Así, educados en el culto de la
castidad, podrán pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al
matrimonio ».
Esta información positiva sobre la
sexualidad será siempre parte de un proyecto formativo, capaz de crear un
contexto cristiano para las oportunas informaciones
-
sobre la vida y la actividad sexual,
-
sobre la anatomía y la higiene.
-
Por lo mismo las dimensiones espirituales y morales deberán
prevalecer siempre y tener dos concretas finalidades: la presentación de
los mandamientos de Dios como camino de vida y la formación de una recta
conciencia.
o
Jesús, al joven que lo interroga sobre lo que debe hacer para obtener
la vida eterna, le responde: « si quieres entrar en la vida, guarda los
mandamientos » (Mt 19, 17); y después de haber enumerado los que
miran al amor del prójimo, los resume en esta fórmula positiva: « ama el
prójimo como a ti mismo » (Mt 19, 19). Presentar los
mandamientos como don de Dios (inscritos por el dedo de Dios, cf. Ex 31,
18) y expresión de la Alianza con El, confirmados por Jesús con su mismo
ejemplo, es decisivo para que el adolescente no los separe de su íntima
relación con una vida interiormente rica y libre de los egoísmos.19
La formación de la conciencia
-
mostrar el proyecto de amor que Dios tiene por
cada persona,
-
mostrar el valor positivo y libertador de la
ley moral y la conciencia tanto de la fragilidad introducida por el
pecado como de los medios de la gracia que fortalecen al hombre en su camino
hacia el bien y la salvación.
-
Presente « en lo más íntimo de la persona, la conciencia moral
» —que es el « núcleo más secreto y el sagrario del hombre », según
afirma el Concilio Vaticano II—,20 « le ordena, en el momento oportuno,
practicar el bien y evitar el mal. Juzga también las elecciones
concretas, aprobando las buenas y denunciando las malas. Atestigua la
autoridad de la verdad con referencia al Bien supremo por el cual la
persona humana se siente atraída y cuyos mandamientos acoge ».21
-
En efecto, « la conciencia moral es un juicio de la razón por
el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que
piensa hacer, está haciendo o ha hecho ».
-
Por tanto, la formación de la conciencia requiere luces sobre
la verdad y el plan de Dios, pues la conciencia no debe confundirse con un vago
sentimiento subjetivo ni con una opinión personal.
Al responder a las preguntas
de sus hijos,
-
los padres deben dar argumentos bien pensados sobre el gran
valor de la castidad,
-
y mostrar la debilidad intelectual y humana de las teorías que
sostienen conductas permisivas y hedonistas;
-
responderán con claridad,
-
sin dar excesiva importancia a las
problemáticas sexuales patológicas
-
ni producir la falsa impresión de que la
sexualidad es una realidad vergonzosa o sucia, dado que es un gran
don de Dios, que ha puesto en el cuerpo humano la capacidad de engendrar,
haciéndonos partícipes de su poder creador. Tanto en la Escritura (cf. Cant 1-8; Os 2; Jer 3,
1-3; Ez 23, etc.), como en la tradición mística cristiana23 se
ha visto el amor conyugal como un símbolo y una imagen del amor de Dios por los
hombres.
Sobre las influencias
-
Ya que durante la pubertad los adolescentes son particularmente
sensibles a las influencias emotivas, los padres deben, a través
del diálogo y de su modo de obrar, ayudar a los hijos a resistir a los influjos
negativos exteriores que podrían inducirles a minusvalorar la formación
cristiana sobre el amor y sobre la castidad.
-
A veces, especialmente en las sociedades abandonadas a las
incitaciones del consumismo, los padres tendrán que cuidar —sin hacerlo
notar demasiado— las relaciones de sus hijos con adolescentes del otro sexo.
-
Aunque hayan sido aceptadas socialmente, existen costumbres en
el modo de hablar y vestir que son moralmente incorrectas y representan una
forma de banalizar la sexualidad, reduciéndola a un objeto de consumo.
o
Los padres deben enseñar a sus hijos el valor de la modestia
cristiana, de la sobriedad en el vestir, de la necesaria independencia respecto
a las modas, característica de un hombre o de una mujer con personalidad madura.24
3. La adolescencia en el proyecto de vida (98-
-
La adolescencia representa, en el desarrollo del sujeto, el período
de la proyección de sí, y por tanto, del descubrimiento de la propia
vocación
-
dicho período tiende a ser hoy —tanto por razones fisiológicas
como por motivos socio-culturales— más prolongado en el tiempo que en el
pasado.
-
Los padres cristianos deben « formar a los hijos para la vida,
de manera que cada uno cumpla en plenitud su cometido, de acuerdo con la
vocación recibida de Dios ». Se trata de un empeño de suma importancia, que
constituye en definitiva la cumbre de su misión de padres. Si esto es siempre
importante, lo es de manera particular en este período de la vida de los
hijos: « En la vida de cada fiel laico hay momentos particularmente
significativos y decisivos para discernir la llamada de Dios ... Entre
ellos están los momentos de la adolescencia y de la juventud ».26
o
Es fundamental que los jóvenes no se encuentren solos a la hora
de discernir su vocación personal. Son importantes, y a veces
decisivos, el consejo de los padres y el apoyo de un sacerdote o de otras
personas adecuadamente formadas —en las parroquias, en las asociaciones y
en los nuevos y fecundos movimientos eclesiales, etc.— capaces de ayudarlos a
descubrir el sentido vocacional de la existencia y las formas concretas de la
llamada universal a la santidad, puesto que « el sígueme de
Cristo se puede escuchar a través de una diversidad de caminos, por medio de
los cuales proceden los discípulos y testigos del Redentor ».27
o
Por siglos, el concepto de vocación había sido reservado
exclusivamente al sacerdocio y a la vida religiosa. El Concilio Vaticano II,
recordando la enseñanza del Señor —« sed perfectos como perfecto es vuestro
Padre celestial » (Mt 5, 48)—, ha renovado la llamada universal
a la santidad:28 « esta fuerte invitación a la santidad —escribió poco
después Pablo VI— puede ser considerada como el elemento más característico de
todo el magisterio conciliar y, por así decirlo, su última finalidad »;29 e
insiste Juan Pablo II: « El Concilio Vaticano II ha pronunciado palabras
altamente luminosas sobre la vocación universal a la santidad. Se puede decir
que precisamente esta llamada ha sido la consigna fundamental confiada a todos
los hijos e hijas de la Iglesia, por un Concilio convocado para la renovación
evangélica de la vida cristiana.30 Esta consigna no es una simple exhortación
moral, sino una insuprimible exigencia del misterio de la Iglesia ».31
Dios llama a la santidad a todos los hombres y, para cada uno de ellos tiene
proyectos bien precisos: una vocación personal que cada uno
debe reconocer, acoger y desarrollar. A todos los cristianos —sacerdotes y
laicos, casados o célibes—, se aplican las palabras del Apóstol de los
gentiles: « elegidos de Dios, santos y amados » (Col 3,
12). Es pues necesario que no falte nunca en la catequesis y en la formación
impartida dentro y fuera de la familia, no sólo la enseñanza de la Iglesia
sobre el valor eminente de la virginidad y del celibato,32 sino también
sobre el sentido vocacional del matrimonio, que nunca debe ser
considerado por un cristiano sólo como una aventura humana: « Gran
misterio es éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia », dice san Pablo (Ef 5,
32). Dar a los jóvenes esta firme convicción, trascendental para el bien de la
Iglesia y de la humanidad, « depende en gran parte de los padres y de la
vida familiar que construyen en la propia casa ».33
Importancia del Testimonio de los
padres
-
Los padres deben prepararse para dar, con la propia vida, el
ejemplo y el testimonio de la fidelidad a Dios y de la fidelidad de
uno al otro en la alianza conyugal.
-
Su ejemplo es particularmente decisivo en la adolescencia,
período en el cual los jóvenes buscan modelos de conducta reales y
atrayentes.
-
Como en este tiempo los problemas sexuales se tornan con
frecuencia más evidentes, los padres han de ayudarles a amar la belleza
y la fuerza de la castidad con consejos prudentes, poniendo en evidencia el
valor inestimable que, para vivir esta virtud, poseen la oración y la
recepción fructuosa de los sacramentos, especialmente la confesión
personal.
-
Deben, además, ser capaces de dar a los hijos, según las necesidades,
una explicación positiva y serena de los puntos esenciales de la moral
cristiana como, por ejemplo, la indisolubilidad del matrimonio y las
relaciones entre amor y procreación, así como la inmoralidad de las relaciones
prematrimoniales, del aborto, de la contracepción y de la masturbación.
o
Respecto a estas últimas, contrarias al significado de la donación
conyugal, conviene recordar además que « las dos dimensiones de
la unión conyugal, la unitiva y la procreativa, no pueden
separarse artificialmente sin alterar la verdad íntima del
mismo acto conyugal ».
-
En este punto, será una preciosa ayuda para los padres el
conocimiento profundo y meditado de los documentos de la Iglesia que tratan
estos problemas.35
La masturbación
-
En particular, la masturbación constituye un desorden
grave, ilícito en sí mismo, que no puede ser moralmente justificado,
-
aunque «la inmadurez de la adolescencia, que a veces puede
prolongarse más allá de esa edad, el desequilibrio psíquico o el hábito
contraído pueden influir sobre la conducta, atenuando el carácter
deliberado del acto, y hacer que no haya siempre falta subjetivamente grave ».
-
Se debe ayudar a los adolescentes a superar estas
manifestaciones de desorden que son frecuentemente expresión de los
conflictos internos de la edad y no raramente de una visión egoísta de
la sexualidad.
La homosexualidad
Es necesario distinguir entre
la tendencia, que puede ser innata, y los actos de homosexualidad que « son
intrínsecamente desordenados » y contrarios a la ley natural.
-
Una problemática particular, posible en el proceso de
maduración-identificación sexual, es la de la homosexualidad,
que,
-
por desgracia, tiende a difundirse en la moderna cultura urbana.
-
Es necesario presentar este fenómeno con equilibrio, a la luz
de los documentos de la Iglesia.
-
Los jóvenes piden ayuda para distinguir los conceptos de
normalidad y anomalía,
-
distinguir los conceptos de culpa subjetiva y
de desorden objetivo, evitando juicio de hostilida.
-
clarificar la orientación estructural y complementaria de la
sexualidad al matrimonio, a la procreación y a la castidad cristiana.
ü
Muchos casos, especialmente si la
práctica de actos homosexuales no se ha enraizado, pueden ser resueltos
positivamente con una terapia apropiada.
ü
En cualquier caso, las personas en estas condiciones deben ser acogidas
con respeto, dignidad y delicadeza, evitando toda injusta discriminación.
ü
Los padres, por su parte, cuando advierten en sus hijos, en
edad infantil o en la adolescencia, alguna manifestación de dicha tendencia o
de tales comportamientos, deben buscar la ayuda de personas expertas y
calificadas para proporcionarle todo el apoyo posible.
ü
Para la mayoría de las personas con tendencias homosexuales, tal
condición constituye una prueba. « Deben ser acogidos con respeto,
compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de
discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad
de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la
cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición
».41 « Las personas homosexuales están llamadas también a la castidad
».42
La conciencia del significado
positivo de la sexualidad, en orden a la armonía y al desarrollo de la persona, como
también en relación con la vocación de la persona en la familia, en la
sociedad y en la Iglesia, representa siempre el horizonte educativo que hay que
proponer en las etapas del desarrollo de la adolescencia.
-
No se debe olvidar que el desorden en el uso del sexo tiende a
destruir progresivamente la capacidad de amar de la persona,
haciendo del placer —en vez del don sincero de sí— el fin de la sexualidad,
y reduciendo a las otras personas a objetos para la propia satisfacción:
-
tal desorden debilita tanto el sentido del verdadero amor entre
hombre y mujer —siempre abierto a la vida— como la misma familia, y lleva
sucesivamente al desprecio de la vida humana concebida que se considera como un
mal que amenaza el placer personal.
-
La banalización de la sexualidad, en
efecto, es uno de los factores principales que están en la raíz del desprecio
por la vida naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida.
Problemas de aceptación de sí y
del propio cuerpo:
Es necesario recordar también que
en las sociedades industrializadas los adolescentes están interiormente
inquietos, y a veces turbados, no sólo por los problemas de identificación
de sí, del descubrimiento del propio proyecto de vida, y de las
dificultades para alcanzar una integración madura y bien orientada de la
sexualidad, sino también por problemas de aceptación de sí y del propio cuerpo.
Surgen incluso ambulatorios y centros especializados para la adolescencia,
caracterizados a menudo por intentos puramente hedonistas.
-
Una sana cultura del cuerpo, que lleve a la aceptación
de sí como don y como encarnación de un espíritu llamado a la apertura hacia
Dios y hacia la sociedad, ha de acompañar la formación en este período
altamente constructivo, pero también no desprovisto de riesgos.
Frente a la sociedad hedonista:
-
Frente a las propuestas de agregación hedonista propuestas
especialmente en las sociedades del bienestar, es sumamente importante presentar
a los jóvenes los ideales de la solidaridad humana y cristiana y las
modalidades concretas de compromiso en las asociaciones y en los
movimientos eclesiales y en el voluntariado católico y misionero.
La importancia de la amistad:
-
Durante este período son muy importantes las
amistades.
-
Según las condiciones y los usos sociales del lugar en que se
vive, la adolescencia es una época en que los jóvenes gozan de más autonomía
en las relaciones con los otros y en los horarios de la vida de familia.
-
Sin privarles de la justa autonomía, los
padres han de saber decir que NO a los hijos cuando sea necesario y al mismo
tiempo, cultivar el gusto de sus hijos por todo lo que es bello, noble y
verdadero.
-
Deben ser también sensibles a la autoestima del adolescente,
que puede atravesar una fase de confusión y de menor claridad sobre el
sentido de la dignidad personal y sus exigencias.
Enseñarles a combatir:
-
A través de los consejos, que brotan del amor
y de la paciencia,
-
los padres ayudarán a los jóvenes a alejarse de un excesivo
encerramiento en sí mismos
-
y les enseñarán —cuando sea necesario— a caminar en
contra de los usos sociales que tienden a sofocar el verdadero amor y el
aprecio por las realidades del espíritu:
o
« sed sobrios y velad.
Vuestro adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a
quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros
hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios
de toda gracia, el que os ha llamado a su eterna gloria en Cristo,
después de breves sufrimientos, os restablecerá, afianzará, robustecerá y os
consolidará » (1 Pt 5, 8-10).
4. Hacia la edad adulta (109-111)
109. No es objeto de este
documento tratar de la preparación próxima e inmediata al matrimonio, exigencia
de formación cristiana, particularmente recomendada por la Iglesia en los
tiempos actuales.
-
Se debe tener presente, sin embargo, que la misión de los
padres no cesa cuando el hijo alcanza la mayoría de edad, de acuerdo con
las diversas culturas y legislaciones.
-
Momentos particulares y significativos para los
jóvenes son su ingreso en el mundo del trabajo o en la escuela
superior, así como el entrar en contacto —a veces brusco, pero que puede
ser benéfico— con modelos distintos de conducta y con ocasiones que representan
un verdadero y propio reto.
-
Los padres, manteniendo un diálogo confiado y capaz de promover
el sentido de responsabilidad en el respeto de su legítima y necesaria
autonomía,
-
constituirán siempre un punto de referencia
para los hijos, con el consejo y con el ejemplo, a fin
de que el proceso de socialización les permita conseguir una personalidad
madura y plena interior y socialmente.
-
En modo particular, se deberá tener cuidado que los hijos no
disminuyan, antes intensifiquen, la relación de fe con la Iglesia y con
las actividades eclesiales; que sepan escoger maestros del saber y de la vida
para su futuro; y que sean capaces de comprometerse en el campo cultural y
social como cristianos, sin temor a profesarse como tales y sin perder el
sentido y la búsqueda de la propia vocación.
-
En el período que lleva al noviazgo y
a la elección de aquel afecto preferencial que puede conducir a la formación
de una familia, el papel de los padres no deberá limitarse a simples
prohibiciones y mucho menos a imponer la elección del novio o de la novia;
deberán, sobre todo, ayudar a los hijos a discernir aquellas condiciones
necesarias para que nazca un vínculo serio, honesto y prometedor, y les apoyarán
en el camino de un claro testimonio de coherencia cristiana en la
relación con la persona del otro sexo.
-
Se deberá evitar la difusa mentalidad según la
cual se deben hacer a las hijas todas las recomendaciones en tema de virtud y
sobre el valor de la virginidad, mientras no sería necesario a los hijos, como
si para ellos todo fuera lícito.
-
Para una conciencia cristiana y para una visión del matrimonio
y de la familia, y de cualquier vocación, conserva todo su vigor la
recomendación de San Pablo a los Filipenses: «ocupe nuestra atención cuanto
hay de verdadero, de noble, de justo, de puro,
de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna
de elogio» (Flp 4, 8).
VII - ORIENTACIONES PRACTICAS (112)
Educación integral:
Es tarea de los padres ser promotores
de una auténtica educación de sus hijos en el amor, en las virtudes: a la
generación primera de una vida humana en el acto procreativo
debe seguir, por su misma naturaleza, la generación segunda, que
lleva a los padres a ayudar al hijo en el desarrollo de la propia
personalidad.
Por tanto, recordando de modo
sintético cuanto se ha dicho hasta ahora y exponiéndolo en plan operativo, se
hacen las siguientes recomendaciones.1
Recomendaciones a los padres y a los educadores
(113)
-
Se recomienda a los padres ser conscientes
de su propio papel educativo y de defender y ejercitar este derecho-deber
primario.
-
De aquí se sigue que toda intervención educativa, relativa
a la educación en el amor, por parte de personas extrañas a la familia, ha
de estar subordinada a la aceptación por los padres y se ha de configurar no
como una sustitución, sino como un apoyo a su actuación:
o
en efecto, «la educación sexual, derecho y deber
fundamental de los padres, debe realizarse siempre bajo su dirección
solícita, tanto en casa como en los centros educativos elegidos y controlados
por ellos»
-
No falta frecuentemente ni el conocimiento ni el esfuerzo
por parte de los padres. Sin embargo, a veces, se encuentran muy solos,
indefensos y con frecuencia culpabilizados. Tienen necesidad no sólo de comprensión,
sino también de apoyo y de ayuda por parte de grupos, asociaciones e
instituciones.
1. Recomendaciones para los padres (114-117)
-
Se recomienda a los padres asociarse
con otros padres, no sólo con el fin de proteger,
mantener o completar su misión de primeros educadores de sus hijos, especialmente
en el área de la educación en el amor, sino también para contrarrestar
formas dañosas de instrucción sexual y para garantizar que sus hijos se formen
según los principios cristianos y en consonancia con su desarrollo
personal.
-
En el caso de que los padres reciban ayudas de otros en la
educación al amor de los hijos, se les recomienda que se informen de
manera exacta sobre los contenidos y las modalidades con que se imparte tal
educación complementaria. Nadie puede obligar a los niños o a los
jóvenes al secreto en relación con el contenido o al método de la instrucción
impartida fuera de la familia.
-
Se conocen las dificultades y, con frecuencia, la imposibilidad de
los padres para participar plenamente en la instrucción suplementaria
fuera de casa; se reivindica, sin embargo, el derecho a que sean
informados sobre la estructura y los contenidos del programa. De todas
maneras, nunca se les podrá negar el derecho a estar presentes durante el
desarrollo de los encuentros.
-
Se recomienda a los padres seguir con atención cualquier forma
de educación sexual que se imparte a los hijos fuera de casa, y
retirarlos cuando no corresponda a sus principios. Esta decisión de los
padres nunca deberá ser motivo de discriminación para los hijos. Por otra
parte, los padres que retiran los hijos de dicha instrucción tienen el deber de
darles una adecuada formación, apropiada al estado de desarrollo de cada niño o
joven.
2. Recomendaciones a todos los educadores (118-120)
-
ningún educador —ni
siquiera los padres— puede interferir al derecho del niño o joven ha
poder vivir la propia sexualidad cristianamente.
-
Se recomienda respetar el derecho del niño o del joven
a ser informado adecuadamente por los propios padres acerca de las
cuestiones morales y sexuales de manera que sea atendido su deseo de ser
casto y formado en la castidad. Dicho derecho viene especificado, además, por
la etapa de desarrollo del niño, por su capacidad de integrar la verdad moral
con la información sexual y por el respeto a su serenidad e inocencia.
-
Se recomienda respetar el derecho del niño o del joven
a retirarse de toda forma de instrucción sexual impartida fuera de casa.
Nunca han de ser penalizados ni discriminados por tal decisión ni ellos ni
los demás miembros de su familia.
Cuatro principios operativos y normas particulares
(121-127)
A la luz de estas recomendaciones,
la educación en el amor puede concretizarse en cuatro principios
operativos.
1-PRINCIPIO DOCTRINAL: La sexualidad humana es un
misterio sagrado que debe ser presentado según la enseñanza doctrinal y moral
de la Iglesia
-
Informado por la reverencia y el realismo cristiano, este principio
doctrinal debe guiar toda actuación de la educación en el amor. En una
época en que se ha eliminado el misterio de la sexualidad humana, los padres
deben estar atentos, en su enseñanza y en la ayuda que otros les
ofrecen, a evitar toda banalización de la sexualidad humana.
-
Particularmente se debe mantener el respeto profundo de la
diferencia entre hombre y mujer que refleja el amor y la fecundidad del Dios
mismo.
-
Al mismo tiempo, en la enseñanza de la doctrina y de la moral
católica acerca de la sexualidad, se deben tener en cuenta las
consecuencias del pecado original, es decir, la debilidad humana y
la necesidad de la gracia de Dios para superar las tentaciones y evitar el
pecado.
-
En tal sentido, se debe formar la conciencia de
cada individuo de manera clara, precisa y en sintonía con los valores
espirituales.
o
La moral católica, sin embargo, no se limita a enseñar que es
pecado y a evitarlo;
o
se ocupa ante todo del crecimiento en las virtudes cristianas y
del desarrollo de la capacidad del don de sí según la propia vocación de la
persona.
2-PRINCIPIO DE
OPORTUNIDAD SEGÚN EL MOMENTO: Deben ser presentadas a los niños y a los jóvenes
sólo informaciones proporcionadas a cada fase del desarrollo individual.
-
Al tratar de las diversas fases del desarrollo de los niños y los
jóvenes. Los padres y cuantos les ayudan han de SER SENSIBLES:
a)
a las diversas fases de desarrollo, particularmente
aquellas de los «años de la inocencia » y de la pubertad
b)
al modo en que cada niño o joven hace experiencia de las
diversas etapas de la vida
c)
a los problemas particulares asociados con estas etapas.
- A la luz
de este principio, cabe señalar la importancia de la elección del MOMENTO
OPORTUNO en relación a los problemas específicos.
a)
En la última adolescencia, los jóvenes deben ser introducidos
primero en el conocimiento de los indicios de fertilidad y luego en el de
la regulación natural de la fertilidad, pero sólo en el contexto de
la educación al amor, de la fidelidad matrimonial, del plan de Dios para la
procreación y el respeto de la vida humana.
b)
La homosexualidad no
debe abordarse antes de la adolescencia a no ser que surja algún específico
problema grave en una concreta situación. Este tema ha de ser presentado en los
términos de la castidad, de la salud y de la Verdad sobre la sexualidad
humana en su relación con la familia, como enseña la Iglesia.
c)
Las perversiones sexuales, que son
relativamente raras, no han de tratarse si no a través de consejos
individuales, como respuesta de los padres a problemas verdaderos.
3-PRINCIPIO DE DECENCIA:
No presentar ningún material de naturaleza erótica a los niños o a los jóvenes
de cualquier edad que sean, ni individualmente ni en grupo.
-
Este principio de decencia salvaguardia la
virtud de la castidad cristiana.
-
Por ello, al comunicar la información sexual en el contexto de la
educación al amor, la instrucción ha de ser siempre positiva, prudente,
clara y delicada. Estas cuatro palabras, usadas por la Iglesia
Católica, excluyen toda forma de contenido inaceptable de la educación
sexual.
-
Además, representaciones gráficas y reales del parto,
por ejemplo en un film, aunque no sean eróticas, sólo podrán hacerse gradualmente,
y en modo que no creen miedo o actitudes negativas hacia la procreación en
las niñas y en las mujeres jóvenes.
4- PRINCIPIO DE RESPETO AL NIÑO Y AL JOVEN: frente a
los métodos abusivos de educación sexual
-
No pueden ser invitados ni obligados a actuar
en modo que pueda ofender objetivamente la modestia o
lesionar subjetivamente la propia delicadeza y el sentido de su intimidad.
-
Este principio de respeto al niño y al joven excluye
toda forma impropia de involucrarles. Cabe señalar, entre otros, los siguientes métodos
abusivos de educación sexual:
a)
Erotismo o pornografía: toda representación
«dramatizada», gestos o «funciones», que describen cuestiones genitales o
eróticas, así como representación de imágenes, diseños, modelos, etc. de
este género;
b)
la petición de proporcionar informaciones personales acerca de
asuntos sexuales o de divulgar informaciones familiares
c)
los exámenes, orales o escritos, sobre cuestiones genitales o
eróticas.
Los varios métodos particulares (128)
Estos principios y normas pueden
guiar a los padres, y a cuantos les ayudan, a hacer uso de los diversos
métodos que parecen idóneos según la experiencia de padres y expertos.
Pasamos a señalar estos métodos recomendados y a indicar también los
principales métodos que hay que evitar, junto a las ideologías que los
promueven o inspiran.
a) Métodos recomendados (129-134)
-
El método normal y fundamental, propuesto ya en esta guía, es
el diálogo personal entre los padres y los hijos, es
decir, la formación individual en el ámbito de la familia.
No es, en efecto, sustituible este diálogo confiado y abierto con los propios
hijos, porque respeta no sólo las etapas del desarrollo sino también al
joven como persona singular.
-
Cuando los padres piden ayuda a otros, existen diversos
métodos útiles que podrán ser recomendados a la luz de la experiencia de los
padres y conforme a la prudencia cristiana.
o
Como pareja, o como individuos, los padres pueden encontrarse
con otros que están preparados en la educación al amor y
beneficiarse de su experiencia y competencia, y éstos proporcionarles libros
y otros recursos aprobados por la autoridad eclesiástica.
o
Los padres, no siempre preparados para afrontar ciertas
problemáticas ligadas a la educación en el amor, pueden participar con los
propios hijos en reuniones guiadas por personas expertas y dignas de confianza
como, por ejemplo, médicos, sacerdotes, educadores. Por motivos de mayor
libertad de expresión, en algunos casos, resultan aconsejables las reuniones
sólo con las hijas o con los hijos.
o
En ciertas ocasiones, los padres pueden encargar una
parte de la educación en el amor a otra persona de confianza, si hay
cuestiones que exijan una específica competencia o un cuidado pastoral en casos
particulares.
o
La catequesis sobre la moral puede
desarrollarse por personas de confianza, poniendo particular atención
a la ética sexual durante la pubertad y la adolescencia. Los padres han de interesarse
en la catequesis moral que reciben sus hijos fuera del hogar y utilizarla como
apoyo para su labor educativa; tal catequesis no debe comprender los
aspectos más íntimos, biológicos o afectivos de la información sexual, que
pertenecen a la formación individual en familia.
-
La formación religiosa de los mismos padres, en
especial la sólida preparación catequética de los adultos en la verdad
del amor, constituye la base de una fe madura que puede guiarlos en la
formación de sus hijos.19 Tal catequesis permite no sólo profundizar en
la comprensión de la comunidad de vida y de amor del matrimonio, sino aprender
a comunicarse mejor con los propios hijos. Además, durante el proceso de
esta formación en el amor de sus hijos, los padres obtendrán gran beneficio
pues descubrirán que este ministerio de amor les ayuda a mantener «viva
conciencia del "don", que continuamente reciben de los hijos».20 Para
capacitar a los padres a llevar a cabo su tarea educativa, puede ser de interés
promover cursos de formación especial con la colaboración de expertos.
b) Métodos e ideologías que deben ser evitadas
(135-142)
Los padres deben prestar
atención a los modos en que se transmite a sus hijos una educación inmoral,
según métodos promovidos por grupos con posiciones e intereses contrarios a la
moral cristiana. No es posible indicar todos los métodos inaceptables:
se presentan solamente algunos más difundidos, que amenazan a los derechos
de los padres y la vida moral de sus hijos.
-
En primer lugar los padres deben rechazar la
educación sexual secularizada y antinatalista, que pone a Dios
al margen de la vida y considera el nacimiento de un hijo como una amenaza.
La difunden grandes organismos y asociaciones internacionales promotores del
aborto, la esterilización y la contracepción. Tales organismos quieren imponer
un falso estilo de vida en contra de la verdad de la sexualidad humana.
Actuando a nivel nacional o provincial, dichos organismos buscan suscitar entre
los niños y los jóvenes el temor con la « amenaza de la superpoblación »,
para promover así la mentalidad contraceptiva, es decir, una mentalidad
« anti-vida »; difunden falsos conceptos sobre la « salud reproductiva » y
los « derechos sexuales y reproductivos » de los jóvenes.22 Además, algunas
organizaciones antinatalistas sostienen clínicas que, violando los derechos de
los padres, ofrecen el aborto y la contracepción para los jóvenes,
promoviendo la promiscuidad y el incremento de los embarazos entre las jóvenes.
« Mirando hacia el año 2000, ¿cómo no pensar en los jóvenes? ¿Qué se les
propone? Una sociedad constituida por cosas y no
por personas; el derecho a hacer todo, desde la más tierna
edad, sin límite alguno, pero con la mayor seguridad posible.
Por otra parte, vemos que la entrega desinteresada de sí, el control de los
instintos, el sentido de la responsabilidad son consideradas nociones
pertenecientes a otra época».
o
El carácter inmoral del aborto, procurado quirúrgica o
químicamente, antes de la adolescencia puede ser explicado gradualmente en los
términos de la moral católica y de la reverencia por la vida humana.
o
En relación con la esterilización y la contracepción,
su exposición no se deberá realizar antes de la adolescencia y se desarrollará
sólo en conformidad con la enseñanza de la Iglesia Católica. Se subrayarán los
valores morales, espirituales y sanitarios de los métodos de la regulación
natural de la fertilidad, indicando al mismo tiempo, los peligros y los
aspectos éticos de los métodos artificiales. Se mostrará especialmente la
sustancial y profunda diferencia existente entre los métodos naturales y los
artificiales, tanto en relación con el proyecto de Dios sobre el matrimonio,
como en cuanto a la «recíproca donación total de los cónyuges» y a la apertura
a la vida.
-
En algunas sociedades existen asociaciones profesionales de educadores,
consejeros y terapistas del sexo. Su trabajo se basa, no raramente,
en teorías malsanas, privadas de valor científico y cerradas a una auténtica
antropología, que no reconoce el verdadero valor de la castidad. El hecho
de que su punto de vista se encuentra en contradicción con las enseñanzas de
la Iglesia, se manifiesta no sólo en su modo de actuar, sino en sus
publicaciones, ampliamente difundidas en diversos países.
o
por eso, los padres deberán cerciorarse con mucha cautela sobre la
orientación de tales asociaciones, no confiándose por el tipo de reconocimiento
oficial que hubieran recibido.
-
Otro abuso tiene lugar cuando se imparte la educación sexual
enseñando a los niños, también gráficamente, todos los detalles íntimos de las
relaciones genitales. Este mal se da hoy con frecuencia con el fin de
ofrecer una educación para el «sexo seguro», sobre todo en
relación con la difusión del SIDA. En este contexto, los padres deben rechazar
la promoción del llamado «safe sex» o «safer sex», una política peligrosa e
inmoral, basada en la teoría ilusoria de que el preservativo (condón)
pueda dar protección adecuada contra el SIDA.
o
Los padres deben insistir en la continencia fuera del matrimonio y
en la fidelidad en el matrimonio como la única verdadera y segura educación para
la prevención de dicho contagio.
-
Otro método ampliamente utilizado, y a menudo igualmente dañoso,
es la llamada «clarificación de los valores» . Los jóvenes
son animados a reflexionar, clarificar y decidir las cuestiones morales con
la máxima «autonomía» ignorando, sin embargo, la realidad
objetiva de la ley moral en general, y descuidando la formación de las
conciencias sobre los preceptos morales específicos cristianos,
corroborados por el Magisterio de la Iglesia. Se infunde en los jóvenes
la idea de que un código moral ha de ser algo creado por ellos mismos, como
si el hombre fuera fuente y norma de la moral. Este llamado método de
clarificación de los valores obstaculiza la verdadera libertad y la
autonomía de los jóvenes durante un período inseguro de su desarrollo. No
sólo favorece en la práctica la opinión de la mayoría, sino que
se coloca a los jóvenes ante situaciones morales complejas, lejanas de las
normales elecciones éticas que deben afrontar, donde el bien o el mal se
reconocen con facilidad. Este método tiende a aliarse estrechamente con el relativismo
moral, estimulando la indiferencia respecto a la ley moral y el
permisivismo.
o
Los padres han de prestar atención también a los modos con los
cuales la instrucción sexual se inserta en el contexto de otras materias, sin
duda útiles (por ejemplo: la sanidad y la higiene, el desarrollo personal, la
vida familiar, la literatura infantil, los estudios sociales y culturales,
etc.). En estos casos es más difícil controlar el contenido de la instrucción
sexual. Dicho método de la inclusión es
utilizado especialmente por quienes promueven la instrucción sexual en la
perspectiva del control de los nacimientos o en los países donde el gobierno no
respeta los derechos de los padres en este ámbito. Pero la misma catequesis
quedará distorsionada si los vínculos inseparables entre la religión y moral
fueran utilizados como pretexto para introducir en la instrucción religiosa
informaciones sexuales, biológicas y afectivas, que sólo los padres han de dar
según su prudente decisión en el propio hogar.
Finalmente, es necesario tener
presente, como orientación general, que todos los distintos métodos de
educación sexual deben ser juzgados por los padres a la luz de sus principios y
de las normas morales de la Iglesia, que expresan los valores humanos de la
vida cotidiana. No deben olvidarse los efectos negativos que algunos métodos
pueden producir en la personalidad de los niños y de los jóvenes.
La inculturación y la educación en el amor (143
-
Una auténtica educación en el amor debe tener en cuenta el
contexto cultural en que viven los padres y sus hijos. Como una íntima
unión entre la fe profesada y la vida concreta, la inculturación es una
armonización entre la fe y la cultura, donde Cristo y su Evangelio tienen la
precedencia absoluta sobre la cultura. «Porque transciende todo el orden de la
naturaleza y de la cultura, la fe cristiana, por una parte, es compatible con
todas las culturas, en lo que tienen de común con la recta razón y con la
buena voluntad, y por la otra, es, en grado eminente, una energía dinámica
de la cultura. Un principio ilumina las relaciones entre fe y cultura: la
gracia respeta la naturaleza, la sana de las heridas del pecado, la corrobora y
la eleva. La elección a la vida divina es la finalidad específica de la gracia,
pero no puede realizarse sin que la naturaleza sea sanada y sin que la
elevación al orden sobrenatural conduzca la naturaleza, en su propia línea, a
una plenitud de realización».31 Por tanto, nunca cabe justificar la
educación sexual explícita y precoz de los niños en nombre de la prevalente
cultura secularizada. Por otra parte, los padres deben educar a sus
hijos para que sepan entender y, en lo necesario, enfrentarse con las fuerzas
de cada cultura, para que sigan siempre el camino de Cristo.
-
En las culturas tradicionales, los padres no deben aceptar las
prácticas contrarias a la moral cristiana, por ejemplo, en los ritos
asociados con la pubertad, que a veces implican la introducción de los jóvenes
en prácticas sexuales o actos contrarios a la integridad y dignidad de la
persona como la mutilación genital de las jóvenes. Pertenece a las
autoridades de la Iglesia, juzgar la compatibilidad de las costumbres locales
con la moral cristiana. Las tradiciones de la modestia y del recato en
materia sexual, que caracterizan las diversas sociedades, deben ser siempre
respetadas. Al mismo tiempo, el derecho de los jóvenes a una adecuada
información ha de ser mantenido. Además, se ha de respetar el papel particular
de la familia en cada cultura, sin imponer ningún modelo occidental de
educación sexual.
VIII - CONCLUSION
Asistencia a los padres
145. Existen diversos modos de
ayudar y apoyar a los padres en el ejercicio del derecho-deber fundamental de
educar a los propios hijos en el amor. Dicha asistencia no significa nunca
privar a los padres ni disminuirles su propio derecho-deber formativo, que
permanece « original y primario », « insustituible e inalienable ».33 Por esto,
el papel de quienes ayudan a los padres es siempre a) subsidiario,
puesto que la misión formativa de la comunidad familiar es siempre preferible,
y b) subordinado, es decir, sujeto a la guía atenta y al control de
los padres. Todos han de observar el orden justo de cooperación y colaboración
entre los padres y quienes pueden ayudarles en su tarea. Es evidente que tal
ayuda debe ser proporcionada principalmente a los padres y no a los hijos.
146. Quienes son llamados a ayudar
a los padres en la educación al amor de sus hijos, han de estar dispuestos y
preparados a enseñar en conformidad con la auténtica doctrina moral de la
Iglesia Católica. Además, deben ser personas maduras, de buena reputación
moral, fieles al propio estado cristiano de vida, casados o célibes, laicos,
religiosos o sacerdotes. No sólo deben estar preparados en la materia de
formación moral y sexual, sino ser sensibles a los derechos y al papel de los
padres y de la familia, así como a las necesidades y los problemas de los niños
y jóvenes.34 Así pues, a la luz de los principios y del contenido de esta guía,
se deben situar « en el mismo espíritu que anima a los padres »;35 y, si los
padres se creen preparados para impartir adecuadamente la educación sexual, no
están obligados a aceptar dicha asistencia.
Fuentes válidas para la educación en el amor
147. El Pontificio Consejo para la
Familia es consciente de la gran necesidad de material válido y específicamente
preparado para los padres, de acuerdo con los principios ilustrados en la
presente guía. Los padres dotados de la debida competencia y convencidos de
estos principios, han de empeñarse en la preparación de tal material. Ofrecerán
así la propia experiencia y sabiduría para ayudar a otros en la educación de
sus hijos a la castidad. Los padres acogerán la ayuda y la vigilancia de la
autoridad eclesiástica competente para promover el material adecuado y eliminar
o corregir, lo que no está en consonancia con los principios antes ilustrados
acerca la doctrina, los tiempos oportunos, el contenido y los métodos de dicha
educación.36 Tales principios se aplican también a los medios modernos de
comunicación social. Especialmente, este Pontificio Consejo confía en la obra
de sensibilización y de apoyo a los padres por parte de las Conferencias Episcopales,
para que sepan reclamar, donde sea necesario, frente los programas del Estado
en este campo, el derecho y los ámbitos propios de la familia y los padres.
Solidaridad con los padres
148. En el cumplimiento de su
ministerio de amor hacia los propios hijos, los padres deberían gozar del apoyo
y la cooperación de los demás miembros de la Iglesia. Los derechos de
los padres han de ser reconocidos, tutelados y mantenidos no sólo para asegurar
la sólida formación de los niños y de los jóvenes, sino para garantizar el
justo orden de cooperación y colaboración entre los padres y quienes pueden
ayudarles en su tarea. Igualmente, en las parroquias y otras formas de
apostolado, el clero y los religiosos han de sostener y estimular a los padres
en el esfuerzo por formar a los propios hijos. A su vez, los padres deben
recordar que la familia no es la única o exclusiva comunidad formativa. Han de
cultivar una relación cordial y activa con las personas que pueden ayudarles,
sin olvidar nunca que sus propios derechos son inalienables.
Esperanza y confianza
149. Frente a los grandes retos
para la castidad cristiana, los dones de naturaleza y gracia otorgados a los
padres constituyen las bases más sólidas sobre las que la Iglesia forma a sus
propios hijos. Gran parte de la formación en familia es indirecta,
encarnada en un clima de amabilidad y ternura, que surge de la presencia y del
ejemplo de los padres cuando su amor es puro y generoso. Si se tiene confianza
en los padres para esta tarea de educación en el amor, se sentirán estimulados
a superar los retos y problemas de nuestro tiempo con la fuerza de su amor.
150. El Pontificio Consejo para la
Familia exhorta por tanto a los padres para que, convencidos del apoyo de Dios,
tengan confianza en sus derechos y en sus deberes en orden a la educación de
sus hijos, y la lleven a cabo con sabiduría y responsabilidad. En este noble
deber, los padres han de poner siempre su confianza en Dios a través de la
invocación al Espíritu Santo, el dulce Paráclito, dador de todos los bienes.
Pidan la potente intercesión y protección de María Inmaculada, Virgen Madre del
amor hermoso y modelo de la pureza fiel. Invoquen a San José, su esposo justo y
casto, siguiendo su ejemplo de fidelidad y pureza de corazón.37 Apóyense los
padres constantemente en el amor que ofrecen a sus hijos, un amor que « elimina
todo temor », que « todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo
soporta » (1 Cor 13, 7). Dicho amor tiende y ha de ser orientado a
la eternidad, hacia la eterna felicidad prometida por nuestro Señor Jesucristo
a quienes le siguen: « Bienaventurados los puros de corazón, porque verán a
Dios » (Mt 5, 8).
Ciudad del Vaticano, 8 diciembre
1995.
Alfonso Cardenal López Trujillo
Presidente del Pontificio Consejo
para la Familia
+ S. E. Mons. Elio Sgreccia
Secretario
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